De las extraordinarias exportaciones de plata desde los países civilizados del mundo occidental hacia India y China

De las extraordinarias exportaciones de plata desde los países civilizados del mundo occidental hacia India y China

De las extraordinarias exportaciones de plata desde los países civilizados del mundo occidental hacia India y China 200 200 admin

El título del presente artículo es el mismo que el del Capítulo III de la obra de Michel Chevalier, De la baisse probable de l’or, publicado en 1859, y hace referencia al masivo flujo de plata que se produjo desde los países de Occidente a estos destinos a mediados del siglo XIX.

Chevalier fue uno de los grandes economistas franceses de la época del II Imperio. En la obra arriba mencionaba estudiaba la posibilidad de la devaluación del oro, tanto por el descubrimiento de nuevas minas en Oceanía y América como por las extraordinarias remesas de plata remitidas a Oriente, que alcanzaron en 1857 a más del doble de todo el metal argénteo que producían las minas de todo el orbe occidental.

En la obra se analizan pormenorizadamente las cantidades de plata que durante el siglo XIX, e incluso anteriormente, afluían hacia estos dos ya gigantes económicos y demográficos. Siguiendo los estudios del Barón Von Humboldt en su Ensayo de Nueva España, aún considerándolos algo exagerados, recoge cómo a principios de siglo la plata americana afluía a China y la India por tres vías: los puertos del Levante musulmán, la ruta terrestre a través de Siberia y la marítima. Según los cálculos del Barón, la plata introducida en Asia alcanzaba la suma de 5.480.000 libras, 25 millones de dólares o 137 millones de francos, en total 612.000 kilogramos de plata pura, lo que suponía alrededor de los ¾ de la totalidad de la plata producida en las minas indianas.

De acuerdo con los datos manejados por Jacob en su An Historical Inquiry into the Production and Consumption of the Precious Metals, que había analizado los registros de la East India Company para la ruta del Cabo de Buena Esperanza, Chevalier estimaba que a lo sumo dichas exportaciones debían suponer unos 70 millones de francos o 2.800.000 libras, lo que supondría unos 312.700 kilogramos del preciado metal. Entre 1810 y 1830 dichas exportaciones no se incrementaron, aunque las relaciones comerciales se intensificaron en este periodo. El autor estimaba que hacia 1830 las remesas de plata enviadas por Occidente no sobrepasaban los 50 millones de francos o 2.000.000 de libras, e importes similares se registraban para 1842.

A partir de la década de los años 30, China pasó de ser receptor principal a exportador de plata. Ello se debió no tanto a una balanza comercial deficitaria, dado que China exportaba grandes cantidades de té, seda y porcelana hacia Europa, sino al comercio del opio. El opio era cobrado en las mercancías antes mencionadas, que a su vez eran vendidas a alto precio en Occidente como bienes de lujo, y el beneficio era invertido en más opio comprado en Turquía o en la India, a pesar del Edicto del emperador Tao Kuang ordenando que solamente se aceptaría como medio de cobro en las mercancías vendidas a los extranjeros las monedas de plata. Asimismo, los impuestos que grababan el consumo de té en los países anglosajones, que en la época de esta obra eran los principales receptores del total de las exportaciones chinas -169.443.786 libras o 76.858.408 kilogramos- eran uno de sus principales ingresos estatales, y suponía el 10% de los ingresos del Tesoro Inglés.

Caricatura de la Guerra del Opio, con las potencias de Gran Bretaña, Alemania, Rusia, Francia y Japón dividiéndose el “pastel” de China.

La Primera Guerra del Opio supuso para la Gran Bretaña, y para otros Estados europeos posteriormente, la apertura de un mercado hasta este momento hermético. Por el tratado de Nanking, que la puso fin, el Reino Unido obtuvo la cesión de Hong Kong, la apertura de cinco puertos al libre comercio, incluyendo el del opio, así como nuevos mercados para sus productos industriales.

Pero a mediados del siglo XIX, desde 1852 la situación dio un giro inesperado. Por un lado, las malas cosechas en Europa hicieron que se importasen grandes cantidades de arroz de Extremo Oriente, así como la seda necesaria para las manufacturas sederas de Francia, Suiza, Inglaterra y Alemania. Además, durante esta década encontramos dos grandes conflictos en esas latitudes: la revuelta de los Cipayos en la India y la rebelión Taiping en China. La primera de ellas puso en jaque el poder británico en el subcontinente indio, y solamente pudo ser sofocada con un gran esfuerzo militar y económico, lo que conllevó el envío de enormes cantidades de plata al teatro de operaciones.

La revuelta de los Cipayos supuso un enorme movimiento de plata hacia la India.

La gran rebelión Taiping, que puso en jaque el Imperio de los Qing entre 1851 y 1864, fue una enorme guerra civil que se saldó con entre 30 y 50 millones de muertos, siendo por ello el conflicto más atroz de la historia con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Imbuidos por las enseñanzas de Hong Xiuquan, basadas en un cristianismo mesiánico que veía en su líder a la personificación del Hijo Pequeño de Dios, en este reino celestial desaparecieron, al menos nominalmente, las distinciones de clases y razas, la poligamia y la propiedad privada. En estas circunstancias, la demanda de plata en China creció exponencialmente, por su carácter de bien preciado y fácilmente ocultable. Asimismo, tanto Francia como el Reino Unido ayudarán a los Qing a combatir a los heréticos Taiping, lo que supuso, como en el caso anterior, la necesidad de remitir a China grandes cantidades de plata.

Hong Xiuquan, rey celestial de los Taiping.

El numerario chino estaba acuñado en bronce, siendo el liang o tael de plata una moneda de cuenta utilizada para las transacciones internacionales, cuyo peso se fijaba conforme a la costumbre y no a la ley. Por ello, en cada plaza e incluso en una misma ciudad había varios estándares de estos liang, que pesaban entre 32 y 39 gramos, o entre 500 y 600 granos. Cada liang se dividía en 10 chien, y éstos en 10 fen, que a su vez se dividían en 10 li. Usualmente estaban fundidos en lingotes ovales llamados sycee, con forma de zapato, y su valor estaba estandarizado por el Wen-yin o plata pura. Los había de tres tipos: el sycee de unos 50 liang llamado Yuan-pao yin, el mediano o Chungting y el pequeño o Siao-Ice. Existían también piezas de dos o tres tael que servían para las transacciones menores.

Lingote oval con forma de zapato, sycee de 50 liang, denominado Yuan-Pao yin.

Durante muchos siglos, las monedas de plata españolas batidas en México fueron utilizadas ampliamente en China como alternativa a los sycees locales. Estas monedas, conocidas como Ban Yang, siguieron circulando tras la independencia de esta República, y hasta la fecha en la que esta obra fue escrita, los años 50 del siglo XIX, siguieron siendo la moneda comúnmente aceptada, por lo que China sufrió su escasez y su valor se incrementó notablemente.

8 reales de 1870 con varios resellos o chops chinos.

Es en la primera mitad del siglo XIX cuando se generaliza asimismo la costumbre de resellar la moneda de plata, con marcas conocidas como chops, para garantizar su peso y ley. La misma se debió, entre otros motivos, a la gran cantidad de moneda falsa batida a finales del siglo XVIII en Birmingham, unas 25.000 libras, que tenían como destino China, y a las falsificaciones realizadas por la East India Company en Cantón en esos mismos años. Mientras que las primeras eran piezas de bronce forradas con dos delgadas láminas de plata, las segundas tenían una aleación de solamente 600 de ley.

Falsa moneda de 8 reales españoles, Carlos III 1786, con resello inglés de Jorge III, realizada en Birmingham.

La escasez de numerario, que como vimos era además sacado por los comerciantes británicos, y los graves problemas políticos y económicos que asolaban China hicieron que en el año 1856 la Asociación de Banqueros de Sanghai aprobase la aceptación de los pesos mexicanos, conocidos como Yin Yang o Dólares del Águila, por sus tipos, aceptación que posteriormente se extendió a la mayoría de los centros comerciales. México siguió exportando pesos a China hasta que en 1904 adoptó el patrón oro y prohibió la exportación de su moneda de plata. Otras monedas que circularon con mayor o menor amplitud con posterioridad fueron el British Trade Dollar, el American Trade Dollar y el yen japonés.

Bibliografía:

•Michel Chevalier, On the Probable Fall in the Value of Gold: The Commercial and Social Consequences which may ensue, an the Measures which it invites, Translated from the French, with preface, by Richard Cobden, Esq. (New York: D. Appleton and Co., 1859), disponible en internet en Liberty Fund, Inc., http://oll.libertyfund.org/title/2124/165158

•Cheng Te K’un, “A brief history of Chinese silver currency”, en Selections from the Numismatist, American Numismatic Association, Whitman Publishing Company, 1961, pp. 260 y ss. http://www.archive.org/stream/selectionsfromth006065mbp/selectionsfromth006065mbp_djvu.txt

•Pedro Ceinos, Historia Breve de China, Sílex Ediciones, 2003.

Autor/a: Pedro Damián Cano Borrego

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