En la obra de algunos de los principales autores de nuestro Siglo de las Luces encontramos importantes investigaciones sobre la moneda, tanto en estudios sobre numismática como de economía o de matemáticas aplicadas. Entre los que produjeron sus obras en la primera mitad de esta centuria destacan las figuras de Jerónimo de Uztáriz, José García Caballero, José Antonio Villaseñor, Antonio Bordazar, Bernardo de Ulloa y José de Campillo y Cossío.
Un importante autor que desarrolló sus estudios a caballo entre los siglos XVII y XVIII fue Jerónimo de Uztáriz. Nacido en Santisteban, Navarra, en 1670, sirvió en el ejército de los Países Bajos, fue ministro del Virrey de Sicilia en 1705 y ocupó importantes cargos en la administración financiera hasta su muerte en Madrid en 1732. Su obra más importante fue Teórica y Práctica de Comercio y de Marina, publicada en 1724, de gran influencia doctrinal y práctica durante el setecientos. Estudió, con la perspectiva que le otorgaba el tiempo transcurrido, la importante reforma monetaria de 1680 en el capítulo C IV de su obra. Uztáriz, como los autores del siglo precedente, consideraba importantes los metales preciosos, y estimaba que el comercio que se practicaba en su época era pernicioso, al suponer la salida de numerario del país. Pero no confiaba en las fórmulas mercantilistas anteriormente defendidas, como la prohibición de la saca de moneda, salvo en la existencia de una balanza comercial favorable. Para la obtención de la misma, proponía una nueva y adecuada regulación arancelaria, gravando con tipos altos la importación de manufacturas y la exportación de materias primas, y con tipos bajos la exportación de manufacturas y la importación de materias primas, suprimiendo las aduanas interiores.
En 1731 el Ensayador Mayor José García Caballero escribió su Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias. En el mismo exponía lo que se debía entender por moneda, siguiendo lo afirmado por San Isidoro de Sevilla. Debían de ser únicamente las emisiones de oro, plata y cobre, y debían necesariamente de cumplir tres cualidades precisas: materia, forma y cantidad. Si alguna de ellas faltase, sería suficiente para no ser considerada como tal. Por materia se entendía el metal, puro o ligado; por la forma el cuño, estampa de la efigie o las armas del Príncipe que la mandó labrar; y, finalmente, por cantidad, el peso que debía tener cada moneda. A su entender, si una persona tuviese un pedazo de plata del peso de un real de a ocho y con su misma ley, si le faltase el sello del Príncipe nadie lo tomaría por tal real de a ocho. Asimismo, si alguien tuviese ese mismo real de a ocho, de su ley y con las improntas, y el mismo estuviese cercenado o limado, nadie lo querría recibir por su justo valor. Igualmente, si el metal careciese de la ley adecuada, tampoco sería aceptado. También debían cumplirse otras dos condiciones, que eran la declaración de su ley y bondad intrínseca, conocida por los teólogos y juristas como valor essencial, y la declaración de su valor impositicio, por el que debía correr la moneda en el comercio.
García Caballero afirmaba que de no cumplirse dicho valor esencial, se cometería un delito contra el Derecho de Gentes, y el nombre de la autoridad emisora quedaría para siempre infamado y no tendría crédito, dando los ejemplos de los reyes de Francia Felipe el Hermoso y Carlos IX, así como el de Alfonso II el Católico de Aragón, que acuñó moneda de menor peso que la acostumbrada para sostener la guerra contra los moros, viniendo su hijo Pedro II obligado por un Decreto del Sumo Pontífice Inocencio III a recogerla y labrar otra del peso legal, al ser “…precisa obligación de los Principes el conservar las monedas en su antiguo peso, y ley, como fiadores de la fè publica”.
El historiador, geógrafo y matemático novohispano José Antonio Villaseñor y Sánchez publicó en 1732 su primer libro referido a la plata, Pantómetra matemática combinatoria de las leyes de la plata de toda ley, una obra muy útil en su tiempo por la reducción que sufrió la ley de la moneda, y unos años después, en 1741, su Tablas o logaritmos del azogue y plata de toda ley. En la misma consideraba equitativo el precio del azogue, un monopolio de la Corona, para beneficiar la plata, si bien en su tercera obra, impresa en 1742, Respuesta que Don José Antonio Villaseñor y Sánchez, Contador General de Reales Azogues expende a favor de la Real Hacienda, se arrepintió de su obra anterior, al haber suscitado opiniones encontradas con la suya.
En 1736 Antonio Bordazar publicó su Proporcion de monedas, pesos i medidas, una obra que destaca tanto por sus racionamientos matemáticos como por el estudio de la historia de la moneda, del numerario circulante y de las relaciones monetarias internacionales, incluyendo en su libro tanto la valoración de las monedas antiguas, como hizo igualmente García Caballero, como las distintas monedas circulantes en numerosos países y sus cambios en moneda española. Su obra es asimismo importante para conocer valoración coetánea de la moneda de los Reinos de la Corona de Aragón y del numerario portugués, dando su estimación en relación al circulante castellano. Para Bordazar, la moneda se llamaba así porque “… nos amonesta con el sello el Autor, i el precio, ò porque persuade la indemnidad del peso, i de la lei”. La moneda tenía a su entender el valor y estimación intrínseca dimanada de la voluntad del príncipe que la establecía, y era uno de los elementos que mantenían el cuerpo político, “…ò por mejor decir, su sangre arterial”. Asimismo, afirmaba metafóricamente que:
No hay funámbulos, que assi procuren sostenerse por medio del equilibrio sobre la cuerda; como las Naciones, por la igualación de las monedas en el comercio, subiéndolas, i bajando à la igualdad reciproca, i conveniente; ò digamos que el valor de la moneda es una música, en que el concierto de los mas hace conocer à cualquiera su desentono, i para hacer coro, sube, i baja de punto.
Esta definición es una de las mejores descripciones coetáneas de cómo se producían los ajustes monetarios en un tipo de economía mercantilista. Consciente de ello, Bordazar reflejaba su opinión de que, habiendo subido la valoración de la moneda en España, era verosímil, como así sucedió, que subiesen las de las demás naciones o que se distinguiese entre la plata nueva y la vieja, como ya hacían los mercaderes. Informaba asimismo que cómo se había valido de libros anteriores a la reforma monetaria, dando la información de las monedas de numerosos países de Europa y puertos de Levante referida a su valoración en moneda castellana de plata vieja.
Bernardo de Ulloa, hermano del célebre Antonio de Ulloa, nacido en Sevilla en la segunda mitad del siglo XVII, fue el último mercantilista español, y siguió las opiniones de Uztáriz en su obra Restablecimiento de las fábricas y comercio español, publicada entre 1740 y 1746. Como en los demás autores mercantilistas, su preocupación principal fue la consecución de una favorable balanza comercial exterior, y consideraba que se deberían regular las aduanas exteriores y suprimir las exteriores. Su obra es muy importante en lo referente a las Indias, toda vez que fue en el tema del decaído comercio con ellas donde propuso soluciones como la libertad industrial, considerando que no podía ser dañino el enriquecimiento de las diferentes provincias de una misma Corona. Ulloa calculaba que cada año salían de España quince millones de reales de a ocho o pesos hacia los países extranjeros, dado que siempre había escasez de moneda a pesar de no cesar de llegar de las Indias. Recogía los cálculos de Sancho de Moncada, que había estimado en el año 1619 que entre 1492 y 1595 habían llegado de América dos mil millones en plata y oro registrados, y los de Pedro Fernández de Navarrete, que afirmaba que entre los años 1519 y 1617 se habían traído a España registrados mil quinientos treinta y seis millones.
Destaca asimismo la obra económica del político José de Campillo y Cossío, que ocupó los ministerios de Hacienda, Marina, Guerra e Indias. Entre 1741 y 1743, el año de su muerte, publicó tres obras de contenido económico, Lo que hay de más y de menos en España, para que sea lo que debe ser y no lo que es en 1741, España despierta en 1742 y Nuevo sistema de gobierno económico para la América, con los males y los daños que le causa el que hoy tiene, de los que participa copiosamente España, en 1743. En el caso concreto de los Reinos de las Indias, abogaba por la introducción de moneda de cobre, que no existía, y el transporte a los mismos de la mayor parte de la calderilla que había en España, dado que su falta atrasaba mucho el comercio al por menor, y su uso y práctica daría en América, según sus propias palabras:
… un nuevo ser al comercio y a los mismos Indios necesitados; pues se acomodará cada uno á u posibilidad y á las reducidas especies de moneda que habrá ó deberá haber; lo que ahora no pueden executar por el alto valor de la plata, que es la que únicamente da ser á sus monedas.
Continuaba sus reflexiones afirmando que:
Decir que la plata es tan comun en América, que se necesite de moneda de cobre, lo debemos tener por un absurdo claro y clásico. La América es el pais del mundo que tiene mas miseria; pero los que aseguran esto, no miran á los Indios como gentes, y solo cuentan con los Españoles, que es otro absurdo; pues el comercio comprehende á todas clases, y el consumo que excluye a los pobres nunca será rico.
Para saber más:
ARDIT LUCAS, M., El Siglo de las Luces – Economía, Colección Historia de España 3er milenio, Madrid, Síntesis, 2007.
BORDAZAR DE ARTAZU, A., Proporcion de monedas, pesos i medidas, con principios practicos de Artihmetica, i Geometria para su uso, Valencia, Imprenta del Autor, 1736.
CAMPILLO Y COSSIO, J., Nuevo sistema de gobierno económico para la América, con los males y los daños que le causa el que hoy tiene, de los que participa copiosamente la España; y remedios universales para que la primera tenga considerables ventajas, y la segunda mayores intereses, Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1789.
ESPINOSA PITMAN, A., José Antonio Villaseñor y Sánchez, 1703-1759, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México, 2003, Editorial Universitaria Potosina, págs. 146-147.
GARCIA CAVALLERO, J., Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas à las que corren en estos Reynos de Castilla: Declarase tambien la ley, peso, y valor de algunas monedas Hebreas, Griegas, Romanas y castellanas, y de otros Reynos, y Señorios, recopilado, y sacado con todo cuidado, y diligencia de los Autores de mayor erudicion, que han escrito sobre esta materia, citando sus Autoridades y corrigiendo sus equivocaciones: Añadense otras noticias, y nuevas curiosidades, propias del Autor, para mayor inteligencia, y claridad de esta Obra, Madrid, Imprenta de la Viuda de Francisco del Hierro, 1731.
ULLOA, B. de, Restablecimiento de las fábricas y comercio español: Errores que se padecen en las causas de su cadencia, quales son los legitimos obstáculos que le destruyen, y los medios eficaces de que florezca, T. I y II, Madrid, Antonio Marin, 1740 y 1746.
Pedro Damián Cano Borrego