RAMÓN COBO HUICI. Una vez más, gracias a la amabilidad de un amigo, he tenido la oportunidad de examinar una colección de fotografías de época, procedentes del archivo de la casa impresora Bradbury, Wilkinson y Cía., con imágenes de bocetos y pruebas de artista, adoptadas o no, realizadas para billetes del Banco de España y que, con autorización de su propietario, estimo muy interesante dar a conocer, ya que permiten ver cómo se ha llegado al modelo adoptado, cuáles han sido desechadas, cuándo se han realizado, la evolución de estilos y otra serie de detalles históricos francamente interesantes.
Antes de comenzar a comentarlas quiero hacer unas consideraciones para aclarar la importancia que se le da a este tipo de fotos en el coleccionismo mundial, ya que las pocas veces que se ha visto alguna en España, ha sido infravalorada, cuando no menospreciada, hasta por coleccionistas muy experimentados.
Aunque no me gusta hablar de cuestiones económicas en mis artículos, haré en este caso una excepción, ya que desde que los fenicios descubrieron el comercio, los coleccionistas sabemos que la importancia de los ejemplares se mide por su precio en el mercado.
He revisado una subasta de septiembre de 2017 de billetes mundiales de una importante casa europea que, habitualmente, subasta ejemplares de los archivos de la extinta Bradbury. En 21 lotes se ofertaban 81 ejemplares de este tipo de fotografías de época de Egipto, lotes que se adjudicaron en su totalidad por un valor total de 30.375 €.
En casi todas las subastas de billetes de esta prestigiosa casa londinense aparecen este tipo de ejemplares y, sistemáticamente, son adjudicados a precios que oscilan entre los 2.000 € de los ejemplares de países de habla inglesa y los 30 € de los países sudamericanos.
Estas fotografías reflejan las pruebas a su tamaño real y se encuentran presentadas sobre una base de cartón, las hojas de los libros del archivo de Bradbury, sobre las cuales, en ocasiones, se incluye la fecha de ejecución, los colores previstos y, en algún caso, su autor; las no fechadas sobre el cartón damos por supuesto que se confeccionaron, aproximadamente, en la que figura como fecha de emisión del billete.
Comenzamos la exposición con unas pruebas de 1902.
A finales del siglo XIX el Banco de España (BdE) tuvo serios problemas con la circulación de sus billetes, billetes que se fabricaban en los talleres del Banco. Los problemas surgieron por la obsolescencia de su maquinaria, incapaz de producir la suficiente cantidad de billetes que se demandaban, agravados por la abundancia de falsificaciones que obligaban a la renovación continua de emisiones.
Las publicaciones actuales del Banco se refieren a las medidas tomadas: contratación de nueva dirección técnica, estudios de instalaciones extranjeras, propuestas de nuevas instalaciones, nuevas emisiones etc., pero no hacen referencia, antes de junio de 1906, a que se pensase encargar la fabricación de billetes a otras entidades.A la vista de las fotografías de estas pruebas, fechadas en noviembre de 1902, más las que conocemos de la American Banknote de febrero de 1903, estimamos que el Consejo del Banco debió comprender que las modificaciones en las instalaciones y la nueva organización no iban a solucionar los problemas, por lo que debieron contactar con estas dos entidades al menos cuatro años antes de lo que indican las publicaciones del BdE.
Estas propuestas de billetes no se llegaron a adoptar. Vemos que Bradbury intentó cumplir mínimamente la exigencia que se había autoimpuesto el Banco al estudiar las nuevas medidas de que los billetes llevasen simbología específica española, ya que ambos ejemplares llevan el escudo real de España y las iniciales del BdE enlazadas, además de, como es lógico, las leyendas.
Las figuras son del repertorio clásico de Bradbury, con alegorías del Comercio y la Industria en el anverso de la primera prueba.
En la segunda de las pruebas nos llama la atención la alegoría tan poco habitual de la Industria, al estar representada por un varón, alegoría que no recordamos haber visto en billetes de este fabricante para otros bancos, y que va acompañada por el cuerno de la abundancia y de un león, como símbolo de la nación y del poder; curiosamente, nos parece que propone unas posibles matrices, conforme al uso tradicional del Banco, aunque éste ya había decidido la supresión de la misma, tal como emitió el billete de 50 ptas. de 1902, Velázquez. El reverso que se adjunta, con una alegoría de la Música, indudablemente es de bella factura pero, personalmente, opino que no es muy propio para un banco central, al ser muy poco representativo del país.
Hay que destacar la complejidad de los fondos litográficos previstos, importantísimos para evitar falsificaciones, especialmente en billetes carentes de marca al agua, fondos que hubieran sido muy novedosos ya que en los billetes procedentes de los talleres del Banco aquellos eran prácticamente monocromos y sin dibujos.
Sabemos que el BdE intentó solucionar sus problemas de circulante con varias emisiones efectuadas en sus talleres: 100 ptas. de 1903, fogonero; 500 ptas. Mercurio y 50 ptas. Echegaray, billetes que fueron rápidamente falsificados, por lo que otros dos proyectos en curso fueron cancelados: las 25 ptas. cariátides, que aunque impresa y numerada no fue puesta en circulación, y un “fogonero” regrabado, que no pasó más allá de las pruebas de la plancha del grabador.
Damos por supuesto que con esta lamentable situación no se interrumpieron los contactos con Bradbury, ya que tenemos pruebas fechadas en enero de 1905. De este periodo conocemos bastantes pruebas, quizás pura coincidencia o, quizás, que se hicieron mayor número de bocetos para adaptarse a las exigencias del cliente.
Estas pruebas debieron efectuarse con gran urgencia ya que sus diseños muestran motivos del repertorio gráfico de la casa, sin que se refleje en ellas una referencia a España, algo que el Consejo del Banco deseaba para sus billetes. Hay que recordar que estas grandes casas impresoras poseían un gran remanente de planchas grabadas, moletas, con personajes alegóricos, históricos, orlas, rosetas, etc. de forma que, ante la demanda urgente de un cliente, en poquísimo tiempo podían imprimirles una amplia tirada.
No creo que haya muchas dudas para no pensar que estas pruebas se hicieron deprisa y corriendo. El 500 ptas. (en portada) me atrevería a decir que es el proyecto de un mal aprendiz, pues es un auténtico corta y pega impropio de esta casa, y el reverso que se correspondía con este anverso, es una representación de un Apolo con cítara, que no es más que un diseño de repertorio.
Las pruebas de los de 50 y 100 ptas. adolecen del mismo problema que ya hemos comentado repetidamente: son proyectos que no tienen, aparte de las leyendas, ningún elemento que permita su identificación con el Banco de España, es más, en el caso del reverso del 100 ptas., y aunque no lo distinguimos con claridad, su temática parece representar una escena de las guerras napoleónicas, lo que no nos parece lo más indicado para un billete español. Por otra parte, no llegamos a distinguir lo que sería la impresión calcográfica y los fondos tipográficos, pero en cualquier caso nos parece un trabajo demasiado barroco. Desconocemos si se llegaron a presentar al Banco, pero en ese caso no nos extraña que fueran rechazadas.
La siguiente prueba, fechada en mayo, se acerca a lo que sería el modelo definitivo: una alegoría femenina con el caduceo, un querube con guirnalda y unos fondos litográficos radiales. Ahora bien, si la pretensión del autor era incluir un motivo que relacionase el billete con España, no creo que se pudiese buscar algo más tópico y, hasta inadecuado, pues la imagen del niño con su guirnalda parece citar al animal. Señalar que hay una segunda prueba con una composición similar.
La prueba de reverso nos parece muy pobre ya que, en definitiva, son unas labores de torno, sin valor artístico ni simbólico.
Nos llama la atención los círculos vacíos de ambas pruebas, que parecen diseñados como la reserva de la marca al agua, cuando ni en las pruebas anteriores ni en las posteriores, al igual que en los billetes definitivos, se contempló esta posibilidad. Por otra parte, el tamaño de esta reserva nos parece desmesurado, sea cual sea su fin, pues deja el punto central del billete, el visualmente más importante, sin contenido.
Las últimas pruebas que conocemos, con fecha de mayo 1905, corresponden a un modelo cuya composición se asemeja notablemente a la de los que iban a ser los modelos adoptados.
La prueba de reverso presenta la impresión calcográfica que finalmente será adoptada: escudo de la Casa de Borbón entre las columnas de Hércules y orlas con las cifras del valor; faltan los fondos litográficos previstos y la colocación de las numeraciones, pero es ya el modelo que va a ser aceptado.El anverso también muestra la composición de lo que será el billete adoptado. Orlas, leyendas y la alegoría izquierda, la Poesía, ya son las definitivas; los fondos están parcialmente definidos, aunque sufrirán algunas modificaciones, y la numeración también será recolocada. La gran diferencia respecto al billete aprobado es la alegoría derecha, aquí representa por una Victoria en pie con el escudo Borbón. En el billete definitivo esta alegoría será sustituida por la de la Música, también sentada, con lo cual la composición quedará más equilibrada tanto desde el punto de vista conceptual -Poesía y Música- como artístico, al tener las dos figuras dimensiones y actitudes muy semejantes.
RAMÓN COBO HUICI