La tendencia actual en conservación y restauración de bienes culturales es intervenir sobre los objetos lo menos posible. Para ello, los profesionales vuelcan su esfuerzo en estudiar todos los factores que intervienen en su deterioro (humedad, temperatura, luz, agentes biológicos, etc.) para contrarrestarlos. Es la conservación preventiva.
Pero se dan casos en que es necesario una intervención directa sobre el objeto, (restauración) bien porque los medios preventivos no han sido suficientes, bien que el grado de deterioro del objeto sea muy alto.
La restauración de bienes culturales, como las monedas, está basada en unos principios que se han ido definiendo a lo largo del siglo XX y ha dado lugar a la definición de unos criterios de restauración, flexibles y variables en cuanto métodos y materiales utilizados, pero muy rigurosos en la salvaguarda de la integridad estética e histórica de los objetos.
Pero la restauración no es sólo la intervención sobre el objeto, sino que requiere un estudio exhaustivo de los objetos y de sus procesos de alteración y una documentación de todo el tratamiento.
Existen numerosos ejemplos de restauración de monedas, pero tomaremos como referencia una de las intervenciones desarrolladas sobre las piezas de la Fragata Mercedes por la transcendencia que tuvo su llegada a España por todos conocida.
Se recuperaron 574.553 monedas, de las cuales 212 son de oro y el resto de una aleación de plata con un 8 % en contenido de cobre. Entre las monedas aparecen macuquinas, reales columnarios, una medalla, reales de a ocho, de a cuatro y de a dos, de la época de Carlos III y Carlos IV, acuñadas en Lima, Santiago, México y Potosí, entre los años 1773 y 1804 (Díaz Martínez, 2015, pp. 159-160).
Recogemos aquí el trabajo de restauración realizado sobre 25.000 de estas monedas y que comenzó con un estudio exhaustivo del estado del metal, de los productos de alteración y de los líquidos donde se almacenaban las piezas a través de análisis de difracción de rayos X (DRX) y microscopía electrónica de barrido (SEM-EDX) (Díaz Martínez, 2015, p. 160).
Así, se detectaron productos de corrosión en las monedas (cloruros, sulfato de plata, productos de corrosión del cobre, depósitos de organismos marinos, arena, etc.) que podía llegar a alterar la superficie original de las mismas (Díaz Martínez, 2015, p. 160). Y se determinó que el cobre presente en la aleación de la plata se había solubilizado en el líquido y estaba acelerando la corrosión de la plata (Díaz Martínez, 2015, p. 161).

Fig. 1.- Monedas de la Mercedes antes del proceso de restauración (tomada de Díaz Martínez, 2015, p. 161).
Estos resultados sirvieron a los restauradores para conocer el estado de las monedas y trazar un plan de acción viable que impidiera que se continuaran degradando. El trabajo sobre estas 25.000 monedas se basó en desalarlas, secarlas y almacenarlas en un ambiente estable.
Hay que entender esta intervención dentro del contexto general de estudio y restauración de la totalidad de las monedas de la Fragata Mercedes. En el caso que nos ocupa, se optó por un tratamiento de conjunto con el objetivo de estabilizar las piezas y almacenarlas en condiciones estables (Díaz Martínez, 2015, p. 168) porque, en paralelo, se había procedido a la restauración de unas 40.000 monedas destinadas a las diferentes exposiciones temporales.
En primer lugar, se llevó a cabo la desalación de las monedas, lo que evitó la rehidratación y recristalización de los materiales (Díaz Martínez, 2015, p. 162). Y, a continuación, se procedió al secado por medio de estufas durante 2 horas a 105ºC (Díaz Martínez, 2015, p. 163).

Fig. 2.- Proceso de desalación de las monedas de la Mercedes (tomada de Díaz Martínez, 2015, p. 164).
Una vez secadas, se pesaron y se guardaron en bolsas de plástico microperforadas individuales; y luego se introdujeron en cubos con recipientes con gel de sílice y de producto absorbente de vapores químicos, evitando así cualquier agente contaminante que pudiera afectar a las piezas (Díaz Martínez, 2015, p. 166).
Por último, se pesó y se etiquetó cada cubo con todas las referencias necesarias y se almacenaron en una cámara de seguridad con control de los parámetros ambientales (humedad relativa inferior a 35% y temperatura de 20ºC) (Díaz Martínez, 2015, p. 167).
Todo este proceso aquí resumido, se documentó mediante informes y fotografías.
Podemos concluir con este ejemplo que todas las restauraciones deben estar precedidas de un estudio que analice el estado de la moneda, teniendo en cuenta su procedencia, intervenciones anteriores, metal usado para su fabricación…
Sabiendo a que se enfrenta, el restaurador podrá establecer una intervención adecuada al deterioro de la moneda y proporcionada al destino de la misma. En el caso del conjunto de la Fragata Mercedes, las monedas ofrecían una uniformidad tipológica y cronológica que, unido a su gran volumen, hacían poco recomendable el tratamiento individual de cada pieza.
Por ello, por un lado, se optó por la restauración individual de un grupo de monedas para su exposición. Y, por otro, se aplicaron tratamientos de restauración sobre grandes grupos para asegurar su estabilización y correcto almacenamiento bajo criterios de conservación preventiva.
PARA SABER MÁS:
DÍAZ MARTÍNEZ, S. (2015): “Acciones de conservación aplicadas a 25 000 piezas numismáticas en plata, recuperadas del hundimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes”; Informes y Trabajos, 13, pp. 159-168.
Catalogación y estabilización de las piezas numismáticas de la fragata ‘Mercedes’ en el ARQUA.
https://ipce.culturaydeporte.gob.es/conservacion-y-restauracion/restauracion/patrimonio-arqueologico/piezas-arqueologicas/fragata-mercedes.html
Recuperando el patrimonio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes
RUÍZ DE LACANAL, Mª D. (2018): Conservadores y restauradores. La historia de la conservación y restauración de bienes culturales. Trea.