Al utilizar el término “retocadas” me refiero a monedas que han sido manipuladas para presentar un aspecto más favorable, o para restaurar una soldadura, o quitar un rayajo o golpe, o «taponar» un agujero, es decir, cualquier tipo de manipulación, con el único fin de que el Estado de Conservación mejore y, obviamente, se acreciente el precio de venta.
Dos aspectos deseo tener en cuenta ante esta problemática: El primero es lo lamentable que resulta, para el que ha sido engañado y para el comercio numismático en general, el que den gato por liebre. Y estoy seguro de que ningún buen profesional consentiría tal cosa.
En segundo lugar, la alteración de la “personalidad” del ejemplar en cuestión. Supongo que muchos lectores pensarán que es una exageración hablar de la personalidad de las monedas, pero los coleccionistas y los auténticos profesionales de la numismática amamos las monedas no sólo como meras piezas de compra-venta, sino como parte de la cultura, de la historia, etc. Y en este concepto, la alteración mercantilista de la moneda nos produce un rechazo total, casi rayano en la falsificación.
La pieza como estaba antes de ser “reparada”.
Para muestra baste este botón: Onza de Santa Fe de 1754 , que presentaba desde que apareció en el mercado unas considerables rayas en anverso y reverso como puede verse en la primera imagen; pues bien la “personalidad” de esta pieza era de tal importancia que apareció en la primera página de muchos catálogos y folletos como símbolo de una magnífica onza colombiana. Mi buen amigo y experto en moneda colombiana, Jorge Emilio Restrepo, dice textualmente: “Las macuquinas de ocho escudos de Santa Fe son piezas excepcionales. De museo. Tengo noticia de cuatro ejemplares de 1754.
Este ejemplar es uno de los dos mejores que conozco. Es frecuente que estas piezas, por su amplia superficie, requieran varios golpes de martillo para que el troquel se marque adecuadamente. Es el caso de esta moneda, lo cual dificulta la identificación de los elementos del diseño y específicamente el valor y la marca de ceca que en este caso son F/S a la izquierda y S/8 a la derecha.
Las cintas de las flores de lis corresponden a la fecha 1754 como lo puso de presente la observación de Joe Laser y como aparece en el catálogo de mi autoría.
Este ejemplar presentaba lo que parece ser una fractura superficial probablemente producida por el troquelado de una pieza con impurezas en el metal. Podría tratarse de un rayón pero me apunto al origen ya mencionado. En esas condiciones fue ofrecida por Aureo en mayo de 2003. Ahora aparece expertamente reparada.
Considero que la restauración de piezas de esta categoría estaría justificada sólo en casos excepcionales. Existe el recurso de hacer la restauración en fotografías, especialmente cuando lo que se desea es poner de presente importantes detalles que en el original son difíciles de apreciar. Si el objetivo, como parece ser este el caso, es mejorar el aspecto de la moneda para aumentar su precio, es un error porque el precio desmejora ya que se convierte en una moneda adulterada y se está destruyendo parte de la autenticidad y de la historia que trae escrita”.
La pieza tras su “reparación”.
Esta pieza puede ser localizada en: http://onzasmacuquinas.com
No tengo ninguna objeción en que se reparen unas soldaduras, siempre y cuando se advierta que la pieza ha sido restaurada porque había sido usada como joya. Las marcas que pueda dejar un engarce son parte de su historia, los agujeros, también. No es deseable que las monedas formen parte de las joyas, colgantes, pulseras, collares y demás, pero si así ha sido, respetémoslo, coleccionemos estas piezas, pero sabiendo que han sido utilizadas para fines ornamentales y consideremos que este uso demuestra cuán “vivas” están en la historia estas monedas de colección.
En este mismo orden de cosas, pienso que son deshonestos aquellos pseudoprofesionales que a sabiendas de que una pieza ha estado montada, no lo advierten a sus posibles clientes. Cierto es que no “retocan”, pero de alguna manera nos engañan al no decir la verdad. Por desgracia existen muchos de estos personajes, más de lo que sería deseable. Sólo daré un ejemplo de ello y, por respeto al vendedor que no informó, respeto que no se merece, no mencionaré su nombre.
Esta moneda puede ser localizada en:
http://onzasmacuquinas.com/rafa111.php?anverso=PhilFlem1712ALim1.jpg
Onza limeña de 1712 subastada por Daniel Frank Sedwick, LLC, Auction 4, el 3 de noviembre de 2008, lote nº 15, y cuya descripción rezaba así: “Ligeramente pulida con algo del borde afectado por antiguo montaje, color limón amarillo. Algunas incrustaciones delatan su origen de la Flota. Del «Real 8», Douglas Beach (Nieves), de dónde han salido todas las 1712 realmente selectas de Lima. Ésta es la mejor de todas. ¡Mejor que cualquiera 1712 de la Colección de Florida, y ¡hay 42!”. SC+. Adjudicada en 7.200 euros.
Pues bien, el siguiente “profesional” omitió el primer párrafo donde se indicaba lo del borde afectado por montaje, vendiendo la pieza en diciembre del 2008 por 9.400 euros. (Naturalmente las transacciones se llevaron a cabo en dólares USA, pero las he convertido a euros).
Una de las ventajas de la moneda macuquina es que, al no existir dos piezas iguales, se puede seguir su rastro, siempre que salgan a la venta en pública subasta o lista. De alguna manera poseen su propio pedigrí, y así podemos detectar las anomalías pertrechadas en ellas, como hemos presentado en los dos ejemplos.
Próximamente: Las Onzas macuquinas son “románticas”.
Rafael Tauler Fesser
www:onzasmacuquinas.com
Autor/a: Rafael Tauler Fesser