La moneda, independientemente de su lugar y fecha de acuñación, es una fuente inagotable de información histórica, económica y social, en sí misma y en relación a todo lo necesario para que circule y cumpla su función.
Así pues, la investigación numismática ramifica sus intereses, observando la moneda desde diferentes ángulos, tomándola como el cabo del que tirar para conocer mejor una época. Y, en alguno de estos casos, no siempre es necesario tenerla delante.
Fig. 1.- Monederos en la Catedral de Salamanca (tomada de http://monedamedieval.es)
Este último es el caso del estudio publicado por Antonio Roma Valdés sobre un documento conservado en el Archivo Municipal de León, por el que se habilitaba a un monedero para ejercer sus funciones.
Datado en León el 16 de diciembre de 1359, se trata de un certificado para Alvar Pérez, que le acredita como monedero, y que fue emitido por un cabildo de monederos: “establece que el cabildo de los obreros y monederos de la ciudad de León otorga y reconoce haber recibido de Alvar Pérez, […], nieto del monedero difunto Alfonso Pérez, la yantar y los demás derechos exigidos para ser reconocido como compañero natural de moneda por todos los cabildos de obreros y monederos del reino” (Roma Valdés, 2019, p. 133).
El cabildo de los monederos existía en cada ciudad con casa de moneda y es una institución de larga trayectoria, ya que aparece documentada en el s. XIII y que seguirá existiendo a mediados del s. XV, según indica el autor (Roma Valdés, 2019, p. 133).
Se demuestra que los monederos ibéricos se identificaban y acreditaban entre sí a través de documentos como el que nos ocupa. Y gracias a ellos, los monederos pueden ejercer sus funciones en otras casas de moneda “danto cuenta de una auténtica cofradía de monederos que, como se deduce, no sólo se limita a los monederos del reino, sino que alcanza al menos a los de Portugal en el mismo período” (Roma Valdés, 2019, p. 134).
Fig. 2.- Dinero de Alfonso XI, 1330 (tomada de http://monedamedieval.es)
Para comparar lo que sucede en otra zona peninsular, podemos mirar a la casa de moneda de Barcelona. Estrada i Rius explica que, a comienzos del s. XV, los monederos de la Ceca Real de Barcelona formaban un cuerpo y colegio que recibía la denominación de Capítulo; este término era el equivalente al nombre “cabildo” que utilizaban las corporaciones de monederos castellanas, como hemos visto anteriormente (Estrada i Rius, 2018, p. 72).
El Capítulo barcelonés era una entidad reconocida por el derecho común y por un derecho propio, que reconocía a los miembros unos privilegios reales. Según recogen los documentos de la época estudiados por Estrada i Rius, el Colegio estaba integrado por un maestro de ceca, dos alcaldes y diversos monederos y obreros.
Ambos autores coinciden en señalar que el hecho de que el personal implicado en la fabricación de moneda se organizara en forma de agrupaciones profesionales es común también en Europa. Estrada i Rius, por ejemplo, estudia los casos de Portugal, Francia, Alemania e Italia, donde estas corporaciones se conocían como “serment” y están documentadas entre los siglos XIII y XIV (2019, p. 65).
Los profesionales que trabajan de las casas de moneda, sus consideraciones jurídicas, sus privilegios reales, las agrupaciones profesionales, su consideración social… Todos estos aspectos son de enorme interés para la Numismática
PARA SABER MÁS:
ROMA VALDÉS, A. (2019): “El acceso al oficio de monedero en León a mediados del s. XIV”; Revista Numismática Hécate, nº 6, pp. 131-135. Texto completo
ESTRADA i RIUS, A. (2018): La Real Casa de la Moneda de Barcelona. Las cecas reales y los colegios de obreros y monederos en la Corona de Aragón (1208-1714). Barcelona.