Según informaciones del diario El Correo, un trabajador ha encontrado 270 monedas, fechadas entre 1869 y 1937, durante las obras de restauración del caserío Gina, en el barrio bilbaíno de Irala.
Ibon Ortega es el jefe de obra de la restauración de la casa torre Urizar, la única que queda en Bilbao, situada junto al acceso por Juan de Garay. Se trata de una construcción medieval con ventanas apuntadas y saeteras, pero durante años ha sido una tarjeta de presentación ruinosa, rodeada de patos y gallinas. Fue precisamente tras derribar el cobertizo y la chabola donde estaban los animales cuando algo llamó la atención en el suelo: había una moneda metida en el barro, a su lado había otra, y otra, así hasta 270 monedas.
Junto a las monedas había restos metálicos, como si hubieran estado guardadas en una caja. «No se fueron a la escombrera por pura casualidad», relató Ortega al diario El Correo. «Y las que se habrán perdido». Una por una, rescataron 270 piezas cubiertas de tierra y escombros. Estaban tan sucias que «no sabíamos ni lo que estábamos encontrando». Guardaron las monedas en un cubo «y les dimos una fregada con la manguera».
Era un día de visita y en la obra había aparejadores y técnicos municipales. El área de Obras y Servicios no tardó en informar a la de Hacienda y el inesperado legado de la casa torre, conocida como el caserío Gina, se entregó al Ayuntamiento. «Hicimos un inventario y hasta sacamos fotocopias de las monedas», recuerda Ortega. Le llamaron la atención los duros de plata de Alfonso XII, «impresionantes por su tamaño».
Las piezas más antiguas pertenecen a la etapa del Gobierno provisional. Hay un duro de plata con la efigie de Amadeo de Saboya, de 1871, y 22 piezas del reinado de Alfonso XII. A las que hay que sumar 36 monedas de peseta del Gobierno vasco, acuñadas durante la Guerra Civil.
Una interesante lección de historia en fragmentos desde 25 céntimos a cinco pesetas. «El problema es el estado de conservación de las piezas», explican responsables municipales. Algunas están dobladas y muchas muestran signos de oxidación y manchas provocadas por el contacto con la tierra y la humedad.