Estas dos palabras dan título a la exposición que puede verse actualmente en el gabinete numismático de Munich centrada en la figura de Constantino el Grande y la decisiva fecha del 28 de octubre de 312, cuando tras la batalla de Puente Milvio se decide que el cristianismo pase a ser la religión oficial del imperio romano
El pasado mes de octubre, coincidiendo con el 1700 aniversario de esta batalla disputada en las cercanías de Roma, la Staatlichen Münzsammlung de Munich inauguró una interesante exposición temporal que lleva por título simplemente “Constantino 312”. La muestra puede visitarse hasta septiembre de 2013, así que aún hay tiempo de disfrutar de las monedas que presenta.
La joya de la muestra es este medallón de plata, con 6,40 gramos de peso, acuñado en el 315 posiblemente en la ceca de Ticinum, como apunta el estilo del retrato. Se trata de una exquisita pieza que muestra una imagen de tres cuartos del emperador en traje militar, sostiene su caballo por la brida y tras su hombro, un objeto en forma de cruz rematado en un globo, de interpretación poco clara. En la parte superior del casco figura ya el crismón. Esta conocida pieza fue emitida con motivo de los decennalia de Constantino, en el 315, y parece ser que estaba destinada a ser distribuida entre los oficiales del ejército. Sin duda se trataba de una moneda de representación que, por su gran valor, difícilmente habría circulado.
En el reverso encontramos de nuevo al emperador, en traje militar, sobre una plataforma, sosteniendo un trofeo y siendo coronado por una victoria. A su alrededor, hasta nueve soldados, unos con sus monturas, otros con escudos, y la leyenda SALVS REI PVBLICAE.
La aparición del crismón -el monograma que combina las letras griegas chi y rho, iniciales de la palabra christos/Cristo- supone tanto el inicio de la adopción de la simbología cristiana, como una forma de distinguirse de los tipos monetales predominantes en las emisiones de la tetrarquía.
Según la conocida leyenda, la víspera de la batalla de Puente Milvio, Constantino tuvo una visión en la que se le apareció el crismón junto con un lema “In hoc sgino vinces” (bajo este signo vencerás). Así el crismón se convierte también en el símbolo victorioso del emperador.
En esta época, los tipos monetarios se van haciendo algo monótonos: el sol, el genio del pueblo romano, Júpiter… todos ellos aparecen en la exposición ofreciéndonos un panorama de la amonedación de entonces, en los tres metales, mediante las mejores monedas de la colección.