Recientes excavaciones arqueológicas han sacado a la luz los restos de un edificio posiblemente público, con importantes hallazgos numismáticos que fechan su uso durante el periodo asmoneo, lo que lo convierte en el primero de esa época documentado en la ciudad.
Las fuentes históricas, en concreto Flavio Josefo, hablaban de una Jerusalén asmonea, pero hasta hace muy poco no existía restos que confirmaran su afirmación. Una reciente excavación arqueológica en pleno centro histórico de Jerusalén, en la conocida como Ciudad de David (en la foto, maqueta d ela ciudad antigua de Jerusalén), y a pocos metros del Monte del Templo, ha sacado a la luz los restos de un edificio cuya construcción se fecha en la segunda mitad del siglo II a.C. y que permaneció en uso durante esa etapa histórica.
Bajo la dirección de la Israel Antiquities Authority, la excavación arqueológica en la que se ha producido este hallazgo es la más extensa de las que se han llevando a cabo en Jerusalén en los últimos años. La parte principal de lo excavado correspondía al periodo romano, pero en una de las esquinas se bajó a un estrato inferior que es donde se ha documentado este edificio de época asmonea.
Por sus dimensiones, con muros de alrededor de cuatro metros de alto y en algún caso de casi un metro de ancho, con una extensión de unos 64 metros cuadrados, parece tratarse de un edifico público. El tipo de construcción se corresponde con las características arquitectónicas de la época asmonea, pero los materiales que han confirmado la fecha del edificio han sido, una vez más, las monedas.
Aunque hasta el momento no se ha dado mucho detalle sobre los numismas recuperados, sabemos que se han encontrado piezas de Antíoco II, Antíoco IV y Antíoco VII. Recordemos que los asmoneos fueron la dinastía que gobernó en Israel tras la sublevación contra el imperio seleúcida y la última antes de la anexión del territorio al Imperio romano. Las monedas de Antíoco II indican que el edificio fue construido cuando Jerusalén aún se encontraba bajo el dominio de esa dinastía helenística. Las piezas de Antíoco IV, cuyos decretos obligando a la helenistización del pueblo judío desataron la revuelta que aún hoy en día se recuerda en la fiesta de Janucá (165 a.C.), prueban que el edificio estaba entonces en uso (en la imagen, tetradracma de Antioco IV con su retrato en anverso).
Pero seguramente la parte numismática más interesante de la excavación es la de las piezas de Antíoco VII. El primer rey asmoneo, Juan Hircano, hubo de pactar con el monarca seleúcida cuando este sitió Jerusalén en el 132 a.C., pagando quinientos talentos de plata para levantar el asedio y pasando a convertirse en un rey vasallo del imperio helenístico.
Las acuñaciones de Juan Hircano (como la que vemos en la foto) no llevan su retrato, ya que el judaísmo prohíbe la representación de ídolos y las imágenes grabadas. Esta tradición contrasta fuertemente con las series numismáticas de sus vecinos, en las que los monarcas helenísticos aparecen divinizados.
El director de la excavación, Doron Ben Ami, apunta incluso que las monedas podrían darnos algunas otras claves. Aunque muy cauteloso en sus declaraciones, recogidas en el comunicado de prensa de la Israel Antiquities Authority, el arqueólogo apunta que un número tan grande de monedas, y en una ciudad tan pequeña como era Jerusalén en aquella época, podrían indicar que la ceca del reino no estaba lejos. ¿Intenta decirnos que este edificio podría ser la propia ceca? Habrá que esperar al estudio más detallado de los hallazgos y a otros indicios algo más sólidos, pero la idea está lanzada.