El Museo Smithsonian de Historia Americana ha optado por este sistema de conservación para las piezas más valiosas de su colección numismática. Gracias a un proyecto iniciado en 2008 con la colaboración de NGC, ya son trescientas las monedas con este tratamiento.
¿Es la encapsulación la solución para la conservación de las monedas a largo plazo? Para el Smithsonian parece ser que sí, de modo que ha anunciado recientemente la conclusión de un segundo proyecto en este sentido mediante el cual la firma NGC (Numismatic Guaranty Corporation) ha procedido a encapsular un centenar de las piezas extranjeras más importantes de su monetario. Estas cien monedas se suman a las doscientas monedas estadounidenses que se han ido encapsulando en una primera fase del proyecto desde 2008.
A favor del encapsulado de monedas, desde el museo alegan que es un sistema que permite un mayor acceso a las piezas, al tiempo que garantiza su protección. Los ejemplares elegidos son muy solicitados para estudios académicos, y la encapsulación minimiza los riesgos por manipulación. También se comenta en la nota de prensa que el sistema tradicional de almacenamiento en bandejas abiertas puede hacer que las piezas se caigan, sin olvidar el daño que sufren por el polvo cuando están expuestas, las huellas dactilares al manipularlas, etc. etc.
Entre las monedas extranjeras que se han sometido a este proceso en esta segunda fase del proyecto destacan, por ejemplo, esta moneda de doce rublos en platino acuñada en 1840 para el zar Nicolás I, un ejemplar quizás único.
O este soberano proof de Australia de 1857, uno de los tres únicos ejemplares conocidos, además de otras rarezas como una moneda de 60 pesos de Oaxaca (Méjico) de 1916, perteneciente a una emisión de solo 21 piezas, etc. etc. En resumen, piezas de todos los continentes cuyo denominador común es su gran rareza.
Antes de embarcarse en este proyecto de encapsulado, desde el Smithsonian se llevaron a cabo análisis y pruebas de materiales para confirmar la durabilidad y seguridad de los componentes utilizados, de modo que se asegure que estos permanecerán inertes y estables durante décadas.
Las monedas se colocan sobre un núcleo moldeado semi-rígido y se encapsulan con una capa exterior clara. También se ha utilizado un sistema denominado EDGEVIEW, que permite examinar el canto de la moneda, un detalle muy de agradecer. Además, la identificación de la moneda está impresa en papel libre de ácido.
Sin duda estamos ante una iniciativa novedosa, aunque no sabemos la trascendencia que puede tener. A día de hoy parece bastante improbable que la encapsulación de monedas se extienda a los museos europeos, cuando a duras penas consigue abrirse paso entre coleccionistas y comerciantes. El tiempo dirá si realmente es la solución perfecta para los problemas de conservación de las monedas, o si es un sistema de almacenaje que queda restringido a ciertos ámbitos comerciales y de coleccionistas privados.