Los cuarenta años de la línea de ferrocarril Baikal-Amur y el centenario del nacimiento de Vladimir Cheloney, temas de las últimas emisiones en metal precioso acuñadas por la prolífica ceca de Rusia.
Hace ya cuatro décadas comenzó la construcción de una importante línea de ferrocarril que uniría el lago Baikal con el río Amur, atravesando la Siberia oriental y el lejano oriente. Este eje de comunicaciones aspiraba a ser una alternativa al trazado del Transiberiano, que discurre demasiado cerca de la frontera con China. La construcción del Baikal-Amur (normalmente abreviado BAM) fue todo un desafío técnico, no sólo por la distancia a cubrir -–más de 4.200 kilómetros- sino porque la mayoría del trazado discurre por terrenos de permafrost. Aunque los primeros tramos del trazado se construyeron en los años treinta y cuarenta del siglo pasado con mano de obra forzosa y cobrándose la vida de millares de presos, la parte principal se realizó a partir de 1974, publicitándose como “la gran obra pan-soviética”.
Ni que decir tiene que es esta última parte de la obra la que ha merecido la emisión de una emisión conmemorativa, compuesta por una moneda de oro y otra de plata. En la primera, fabricada con metal precioso de 999 milésimas de pureza, se rinde homenaje a los hombres y mujeres que participaron en la construcción del trazado. En el tema de su reverso vemos un perfil masculino y otro femenino que se recortan sobre un fondo de colinas con un río y un puente, acompañados por la leyenda conmemorativa de los cuarenta años. El estilo de la composición nos trae a la cabeza los mejores ejemplos de la propaganda soviética del siglo pasado.
De esta emisión en oro se acuñarán tan solo 750 ejemplares, cada uno de ellos con un peso de 7.78 gramos y con un diámetro de 22,6 milímetros y un valor facial de 50 rublos.
La moneda de plata, con un diseño algo más “moderno”, lleva en su reverso una escena de trabajo en la que se representa el transporte de los raíles sobre un fondo boscoso. En la parte inferior de la composición aparece un esquemático mapa del trazado de la línea con sus principales estaciones.
En este caso el valor facial de las piezas es de 25 rublos y están acuñadas en metal precioso de 925 milésimas; su contenido en metal es de 155,5 gramos y el módulo de 60 milímetros. El volumen de emisión está limitado a 1.000 unidades.
El otro homenajeado en estas emisiones conmemorativas de reciente aparición es el científico soviético Vladimir Chelomey, con motivo del centenario de su nacimiento, dentro de la serie “Personalidades destacadas de Rusia”. Realmente Chelomey nació en una ciudad de la actual Polonia, que en 1914 formaba parte del imperio ruso, en el seno de una familia ucraniana aunque ya de niño se mudó a Kiev donde completó sus estudios e inició su carrera investigadora. Es conocido por ser el diseñador de los primeros misiles rusos lanzados durante la II Guerra Mundial y por su extraordinaria aportación en la ingeniería aeroespacial. De ahí que en el reverso de la moneda que se le ha dedicado aparezca su retrato sobre el fondo de la tierra vista desde el espacio, con las estrellas y una estación orbital. La leyenda refleja su nombre y las fechas de su vida: 1914-1984.
Dejando aparte la casualidad de que se recupere ahora la figura de un científico soviético de origen ucraniano, en cuyo legado figura, entre otros logros, el ser el alma mater de la academia nacional de ciencias de Ucrania -–saquen ustedes sus propias conclusiones reflexionando también sobre la moneda anterior- fijémonos en las características intrínsecas de la emisión, que constará de un máximo de 3.000 ejemplares, acuñados en plata de 925 milésimas, con un contenido en metal precioso de 15,55 gramos y un módulo de 33 milímetros. El valor facial de cada moneda es de 2 rublos.
Los anversos son los comunes en este tipo de piezas, con el águila bicéfala, el valor facial, composición metálica, año de acuñación, etc.
Información e imágenes: Gabinete de Prensa. Banco Central de Rusia.