Esta es la frase atribuida a las tropas prusianas cuando se amotinan ante la escasa recompensa por sus servicios y se niegan a continuar combatiendo en la batalla de Kunersdorf. Pero también es el título elegido para una gran exposición dedicada a las monedas y medallas de Federico el Grande que, con motivo de los trescientos años de su nacimiento, puede visitarse en Berlín.
Este fin de semana la capital de Alemania se convierte en el centro numismático mundial gracias a la celebración de la World Money Fair, de la que ya les ofrecimos información la pasada semana. Para quienes tengan tiempo tras la feria, o alarguen su estancia en la ciudad, les sugerimos visitar la nueva exposición organizada por el Münzkabinett de los Museos de Berlín dedicada a Federico II. La muestra se inauguró el pasado 24 de enero y se podrá visitar hasta el 10 de octubre de este año en el Museo Bode. Organizada con la colaboración de la Asociación comercial de Numismáticos de Berlín, la fundación Erivan y Helga Haub y la casa numismática Künker, es una de las numerosas actividades programadas en la capital prusiana con motivo del tercer centenario del nacimiento del monarca, que tienen como lema “Arte, Rey, Ilustración”.
La muestra se ha realizado a partir de las más de 3500 piezas numismáticas de Federico el Grande que alberga el monetario del Museo de Berlín. Desde un punto de vista artístico, pueden admirarse las medallas que se labran para conmemorar los grandes logros del monarca y que se enmarcan en la misma moda de crear una “Historia Metallica” que se está desarrollando en esa época en el resto de cortes europeas a semejanza de la que impuso Luis XIV en Francia.
También es posible observar el cambio en el retrato monetario del rey, desde una efigie juvenil labrada a su llegada al trono por el artista Jacob Abraham, que se usó entre los años 1764 y 1774, hasta el retrato grabado por Daniel Friedrich Loos que estuvo en vigor desde 1774 hasta la muerte del soberano.
Pero posiblemente la mayor importancia del reinado de Federico II de Prusia en relación con la numismática reside en las importantes reformas económicas y monetarias que llevó a cabo y que pusieron a su país en el camino de un sistema monetario moderno. Forzado en gran medida por las necesidades impuestas por los conflictos bélicos, y en el marco de un ansia reformista que le convirtió en el monarca ilustrado por excelencia, Federico procede a ordenar un sistema monetario que procedía del siglo XVI y para ello acude a un comerciante y experto, Johann Philipp Grauman, de quien recibe el nombre la reforma iniciada en 1750.
También se privatiza una gran parte de la producción monetaria y se establece un sistema modernizado de cecas que encabeza Berlín, cuya marca de taller será la A, a la que siguen Bratislava (B), Kleve (C), Aurich (D), Königsberg (E), Magdeburgo (F) y Stettin (G). Todos estos talleres se encontraban en manos de empresarios judíos, entre los cuales el más conocido fue el banquero berlinés Veitel Ephraim, a quien deben su nombre los “Ephraimiten”, monedas acuñadas para Federico Augusto, príncipe de Sajonia y rey de Polonia.
Las distintas denominaciones monetarias nos dan una visión de la vida cotidiana de la época, marcada en buena parte por los sucesivos conflictos bélicos, en especial la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Los ocho “Groschen” a los que alude el título de la exposición eran el sueldo de una semana para un soldado de infantería; 24 “Groschen” equivalían a un tálero, la unidad monetaria en plata. Y esos ocho Groschen fue la recompensa que recibieron tras un valiente comportamiento los soldados que lucharon en la batalla de Kunersdorf, cerca de Francfurt del Óder, en agosto de 1752. Ofendidos por la escasa recompensa, y agotados por el cansancio, cuando se les ordenó atacar de nuevo al enemigo al anochecer, se amotinaron. La frase que alguien pronunció y que se convirtió en el lema de la rebelión, podemos traducirla como “Déjalo estar, Fritz; por ocho Groschen, ya es suficiente por hoy”. El viejo Fritz, que pasó a la historia como Federico el Grande, sufrió allí la mayor derrota de su carrera militar.