La noche del pasado viernes unos butroneros reventaron las cajas fuertes de la casa consistorial llevándose como botín cerca de un centenar de monedas de oro procedentes de un tesoro descubierto en un palacio de la localidad en 1985. Todos los indicios apuntan a profesionales que sabían lo que buscaban.
El ayuntamiento de la ciudad jiennense de Úbeda fue objeto el pasado viernes por la noche de un limpio robo realizado por el procedimiento del butrón. Según informa la prensa, los ladrones accedieron a la caja de la Tesorería limpiamente, reventando su parte trasera desde el aseo de señoras y se llevaron de allí las monedas; posteriormente reventaron también la caja de Recaudación de la que pudieron obtener un botín en metálico de entre 3000 y 9000 euros, según las distintas fuentes. Al parecer, las medidas de seguridad y vigilancia con las que contaba el consistorio no funcionaban correctamente y resultaban insuficientes, como se ha demostrado.
El tesoro robado fue descubierto en 1985 en el transcurso de unas obras de remodelación en el palacio renacentista de los Torrente, situado en la calle Montiel, para habilitarlo como residencia de ancianos. Según informa el diario ABC en su edición de Sevilla del sábado 9 de noviembre de 1985, cuatro de los obreros que trabajaban en labores de desescombro se toparon con una jarra de barro muy rústica en la que se encontraban las monedas, todas de oro, y con un peso total de más de cuatro kilos.
En total, se recuperaron 182 onzas, con fechas entre 1766 y 1822, -aunque en la prensa se habla de monedas de Carlos III o Fernando VI, parece mejor pensar en piezas de Carlos III a Fernando VII-. Hasta el momento no ha trascendido cuántas de estas monedas se conservaban en el ayuntamiento; según la prensa local, varias de las piezas se subastaron poco después, mientras que el resto, cerca de un centenar, quedó depositado en la caja fuerte del consistorio. Por su parte, el diario El País, informa de que las piezas robadas proceden de un tesoro del siglo XVI y que son monedas acuñadas bajo Carlos I y Felipe II.
El procedimiento del robo hace pensar que los ladrones sabían muy bien lo que buscaban, aunque parece que la mayoría de los ubetenses hace tiempo que se había olvidado del paradero del tesoro, e incluso muchos de los trabajadores del ayuntamiento desconocían que su caja fuerte albergaba esas joyas numismáticas.
Por suerte, parece que las monedas se encontraban bien documentadas y que la policía posee ya los datos para impedir su venta, bien en el mercado numismático, bien en el mercado del oro. El valor total del hallazgo se calculó en su momento en 60 millones de pesetas, pero hoy en día, sin conocer nada más, es imposible saberlo, lo que no significa, ni mucho menos, que sea incalculable, como gusta tanto de repetirse en los medios. Sin embargo, con tan pocos datos, se nos vienen a la cabeza algunas preguntas como por qué se encontraban las monedas en el ayuntamiento de Úbeda y no en el Museo Provincial, que sería su destino lógico, o si estaban las piezas aseguradas. Esperemos que estas dudas se deban, simplemente, a la poca información que ha trascendido a los medios y no al escaso conocimiento de los fondos culturales y patrimoniales que se conservan en muchas instituciones tanto públicas como privadas, sin inventariar ni catalogar correctamente, y sin las medidas de seguridad necesarias, que las hacen presa fácil de los ladrones de arte.