Buen porcentaje de ventas en todos los capítulos, desde monedas y billetes españoles hasta emisiones extranjeras y lotes de conjunto para este remate en sala de la firma que se celebró ayer miércoles en Madrid.
Nada menos que 1286 lotes se sometieron ayer al veredicto del martillo en la subasta en sala de la firma Ibercoin-Tarkis, que comenzó puntualmente a las 17 horas y transcurrió con gran fluidez. Como nota más destacable, hay que señalar el alto porcentaje de lotes adjudicados en prácticamente todos los capítulos y, por supuesto, se vieron algunas subidas interesantes.
Entre los remates más reseñables, podemos mencionarles el de este bronce de Arsaos (lote nº 118), que superó en la puja más del doble de su inicio al ser adjudicado en 330 euros.
Las dos interesantes piezas que componían el capítulo de moneda visigoda (lotes 180-181), un tremis de Chindasvinto y Recesvinto de la ceca de Toleto (lote nº 180), cuyo y otro de Égica y Witiza del taller de Acci, posiblemente inédito (lote nº 181), se adjudicaron respectivamente en 3750 y 4500 euros, convirtiéndose en las monedas más caras de la subasta.
Una subida muy notable es la que experimentó esta pieza de dos cornados de Felipe IV de la ceca de Pamplona (lote nº 326), cuyo precio de salida era de solo 50 euros y fue adjudicada tras una animada puja en 320.
También vio elevarse su precio considerablemente este dieciochoceno de Carlos II del taller de Pamplona (lote nº 373) que pasó de 120 euros en catálogo a 550 de remate.
De las piezas de oro, el ejemplar de dos escudos (lote nº 397), emitido para Felipe V en Santa Fe de Nuevo Reino en 1738, con todos los datos visibles, se adjudicó en 1360 euros frente a los 1200 de salida.
La rarísima onza de Popayán para Carlos III (lote nº 442), acuñada en 1776, subió de 1200 euros iniciales a 1515 de adjudicación.
Una de las grandes pujas de la subasta fue la que se vivió con el remate de este taco de 250 billetes de cien pesetas, emitidos en Burgos en 1938 (lote nº 827), conservado incluso con su cuerda original. Tras las continuas subidas de cartón, vio cómo su precio en catálogo de 4000 euros se duplicaba y finalmente caía el martillo en los 8000 euros.