La subasta en sala de la firma madrileña se salda con buen porcentaje de ventas, subidas interesantes y animadas pujas que lograron algunas adjudicaciones tan altas como la de este tremis de Focas, rematado en 15800 euros.
El pasado sábado 30 de noviembre coleccionistas y comerciantes de toda España y del extranjero se dieron cita en los salones del Hotel Ritz de Madrid para asistir al esperado remate en sala de la veterana firma Cayón. En la oferta, tres secciones principales -billetes, moneda griega y moneda española de oro- cada una de ellas con suficientes atractivos como para hacer prever pujas muy animadas, como así fue.
En términos generales, los porcentajes de venta fueron altos y el incremento medio de precios con respecto al precio de salida se situó en torno al 30%. Pero veamos algunas de las adjudicaciones más destacadas.
Siguiendo el mismo orden de la subasta, comenzaremos con la sección de notafilia, en la que destacamos las 1000 pesetas de la emisión de 20 de mayo de 1938 (lote nº 66), en calidad sin circular y con todo su apresto original, cuyo precio de salida era de 1500 euros y se remató en 2625.
Otra subida interesante fue la de esta pareja correlativa de billetes de 100 pesetas de la serie de 9 de enero de 1940 (lote nº 76), que pasaron en la puja de 750 euros de inicio a 1725 de remate.
También por encima de su precio de catálogo se adjudicó este billete de 500 pesetas (lote nº 81) correspondiente a la emisión de 21 de octubre de 1940, que partía de 1000 euros de salida y obtuvo un precio de martillo de 2150.
La sección dedicada a las emisiones de los griegos y sus enemigos estuvo muy animada en sus pujas, tanto en sala como por internet, consiguiéndose remates muy por encima de los precios de salida. Un primer ejemplo puede ser el de esta tetradracma de la siciliana Gela (lote nº 221), que partía a la puja desde solo 525 euros y se remató en 2100.
Sin salir de la isla de Sicilia, esta otra preciosa tetradracma siracusana (lote nº 241) acuñada durante la tiranía de Agatocles, vio cómo su precio inicial se multiplicaba por cinco al caer el martillo en 5000 euros frente a los 1000 de salida.
Otras muestras de las buenas subidas que obtuvieron las monedas griegas podrían ser las de la estátera de la ciudad cretense de Eleutherna (lote nº 304), que pasó de 600 a 2600 euros de remate, o los 2350 euros de martillo que consiguió esta estátera de Licia (lote nº 349), partiendo también de 600 euros en catálogo.
Tras la breve pausa que daba paso al remate de la moneda de oro, se produjo la que posiblemente fue la puja más interesante de toda la subasta, la de las dos piezas bizantinas acuñadas en ceca hispana (lotes nº 507-508). Ambos tremises están a cuñados a nombre del emperador Focas. La primera de ellas (lote nº 507) es un tipo conocido por muy pocos ejemplares, entre ellos el conservado en la Real Academia de la Historia desde el siglo XVIII, con el que comparte cuños de anverso y reverso. Su precio de salida era de 3000 euros que rápidamente, tras continuas subidas de cartón, se convirtieron en 7500 de martillo.
Aún más rara es la pieza nº 508, perteneciente a un tipo considerado inédito, y que comparte similitudes estilísticas en su anverso con la moneda anterior. En este caso, los 3000 euros con los que salía a la puja quedaron pulverizados al alcanzar una adjudicación de nada menos que 15800, convirtiéndose así en la moneda más cara de la subasta. Sin duda se trata de una pieza excepcional que merecería un estudio detallado dentro de estas series hispano-bizantinas que, como se está viendo, aún pueden depararnos muchas sorpresas.
La tercera gran sección de la subasta, con un total de 572 lotes, estaba dedicada a la moneda española de oro, desde los reinos cristianos de la Baja Edad Media hasta finales del siglo XIX. Y, como era de esperar a tenor de la oferta que se subastaba, los resultados estuvieron a la altura, con subidas notables y un porcentaje de ventas que superó el 90% de los lotes.
De las primeras series aún medievales destacaríamos el remate de este Enrique de la silla del taller de Sevilla (lote nº 528), adjudicado en 2400 euros frente a los 1800 de inicio en la puja.
Aunque la excepcional pieza de cuatro excelentes de los Reyes Católicos (lote nº 531) no se adjudicó, los altos remates que consiguieron muchas de las onzas de los últimos Austrias y los Borbones lo compensaron con creces. Así, los ocho escudos mejicanos acuñados en 1699 para Carlos II (lote nº 538) se adjudicaron en 12500 euros y esta onza de Lima, ya de 1712 para Felipe V (lote nº 541) vio cómo su precio se alzaba desde 3000 euros de salida 8100 de remate.
Por encima de los 10000 euros consiguió adjudicarse también esta otra onza de de Segovia con fecha 1723 sobre 1 (lote nº 554), en excelente estado de conservación, que pasó en la puja de 8000 euros de catálogo a 11400 de remate.
Posiblemente la subida más notable de estas emisiones en oro de los Borbones sea la de esta onza de Lima (lote nº 602), batida en 1768, magnífico ejemplar por su estado de conservación, incluso con restos de brillo original. Su precio de salida era de 5500 euros que, tras una animada puja, se convirtieron en 12500 de martillo.
Aunque si nos fijamos en las alzas porcentualmente más llamativas, sin duda hay que citar la de estos ocho escudos de Potosí de 1788 (lote nº 684), que salían a subasta en unos relativamente modestos 775 euros y que, tras continuas subidas de cartón, fueron adjudicados en 4200.
A lo largo de las emisiones del siglo XIX se repitieron las subidas, como sucedió con las 20 pesetas acuñadas en Barcelona en 1814 para José Napoleón I (lote nº 907), que pasaron de 1100 euros en catálogo a 2765 de remate.
Con Fernando VII encontramos esta onza de Guatemala (lote nº 918), batida en 1817, escasa y con restos de brillo original, que consiguió adjudicarse por más del doble de su precio de salida, al subir de 1400 de inicio a 3000 de adjudicación.
Un ejemplo de la buena acogida obtenida por las piezas de Isabel II puede ser el resultado logrado por este ejemplar de 100 reales (lote nº 1064), acuñados en Sevilla en 1850, con una notable subida desde sus 600 euros en catálogo a los 1600 de remate.
La animación en las pujas no decayó ni en los últimos lotes. Así, los 4 pesos acuñados en Manila en 1882 (lote nº 1083) para Alfonso XII pasaron de 1800 euros de salida a 2950 de adjudicación.
Estas 20 pesetas de Alfonso XIII (lote nº 1086), de 1892* 18-92, a pesar de haber servido como joya, vieron cómo su precio se incrementaba desde 400 euros hasta 1750 de adjudicación, y terminaba el remate por todo lo alto con los 1850 euros obtenidos por las 100 pesetas de 1897 *18-97 (lote nº 1088), frente a los 1250 de salida.