Con las subasta XXI, celebrada los pasados 26 y 27 de noviembre, con los ocho reales como protagonistas, la firma madrileña confirma el buen momento de las pujas en la red y que la moneda española es una apuesta segura.
Los dos años que Cayón Subastas lleva organizando sus llamadas subastas rápidas en la red no podían haber tenido mejor modo de celebración que el último de sus remates de esta modalidad. Con prácticamente la totalidad de los lotes adjudicados, esta segunda parte de la colección de ocho reales, cuya subasta se repartió entre las tardes de los días 26 y 27 de noviembre, repite el éxito de ediciones anteriores.
Pero además los altos precios alcanzados por algunos lotes, en porcentajes que han llegado a multiplicar por diez los de inicio, confirman la buena acogida de la que siempre goza la moneda española. Veamos algunas de esas subidas llamativas, que ya se iniciaron con los primeros lotes, como indica el remate de estos ocho reales de Sevilla (lote nº 223), para Felipe V que pasaron en la puja de 90 euros de inicio a 800 de martillo.
Han sido muy importantes las alzas de los precios de piezas con resellos como este del estado brasileño de Minas Gerais sobre un duro de Potosí de Carlos III (lote nº 425), que desde 45 euros de puja mínima consiguió adjudicarse en 1.300.
O este de Guadalupe por nueve libras francesas, realizado sobre ocho reales de Carlos IV de la ceca de Lima (lote nº 563), que pasó de 100 euros en catálogo a 1.450 de remate.
Entre las adjudicaciones más altas encontramos las de los duros de Santiago acuñados para Carlos IV en varias fechas: de 1790 (lote nº 463) pasó de 240 a 2.800 de martillo; el de 1791 (lote nº 470), de 250 a 2.500; el de 1795 (lote nº 501), de 150 a 1.180 o el de 1797, de 180 a 1.700.
Avanzando hasta Fernando VII encontramos estos ocho reales de Durango-Nueva Vizcaya (lote nº 667), muy raros, que pese a la mala calidad de la acuñación, característica de la serie, subieron desde 250 de inicio a 1.025 de remate.
Y hemos dejado para el final la gran subida de la subasta, que es la de estos ocho reales de Durango (lote nº 687) acuñados en 1812 para Fernando VII, por los que se consiguió un precio de martillo de nada menos que 3.300 euros, muy por encima de los solo 90 en que se situó la puja mínima.