Una guerra en medallas: ingleses y franceses en nuestra Independencia

Una guerra en medallas: ingleses y franceses en nuestra Independencia

Una guerra en medallas: ingleses y franceses en nuestra Independencia 250 128 admin

En estos años en los que se suceden los actos conmemorativos sobre la Guerra de la Independencia, cuyas efemérides todavía no han concluido, vale la pena recordar que las Guerras napoleónicas han generado diversas series de medallas de producción francesa e inglesa elaboradas, sobre todo, en los años posteriores a la epopeya napoleónica.

Así pues, en este marco de celebraciones, resultó una agradable sorpresa encontrar un selecto lote de quince ejemplares de medallas con esta temática en la anterior subasta de J. Vico del pasado mes de marzo y de nuevo, en la próxima subasta de la misma firma del 9 de junio de 2011, otra cuidada selección de medallas (nos. 643 a 834) entre las cuales se encuentran algunos ejemplares relacionados con la Guerra de la Independencia.

La medallística española, tan rica en sus series de proclamación, enlaces y conmemorativas, ha sido especialmente parca con el citado acontecimiento bélico. Verdad es que pocos hechos de armas gloriosos se podían esgrimir en una guerra “asimétrica” como se suele definir ahora, en la que el ejercito español solía salir derrotado en los grandes enfrentamientos, en desesperados y terribles asedios de ciudades para vencer en el desgaste diario al ejercito francés de ocupación. Sólo se encuentran la medalla a Daoíz y Velarde en honor de los Héroes de la Independencia (Vives 199) con las menciones de las batallas de Talavera, Madrid, Zaragoza, Gerona y Bailén y la conmemorativa del monumento del 2 de mayo, de 1839 (Vives 368), ya en época de Isabel II.

Quizás la más llamativa sea la medalla dedicada al Duque de Alburquerque, José María de la Cueva y de la Cerda, por los diputados de América presentes en Cádiz en 1810, celebrando la llegada de su cuerpo de ejército a Cádiz y garantizando con ello la seguridad y pervivencia de las Cortes ante la inmediata llegada del ejército del Mariscal Victor; esta medalla es uno de los pocos reconocimientos que tuvo este general, uno de los más hábiles y capaces del ejército español del momento que, quizás por ello y por no ajustarse a las sutilezas del mundo de la política, sería apartado del mando y terminaría sus días como embajador en Londres en 1811.

Sin embargo en 1813 se acuñaron algunas medallas en honor de Arthur Wellesley, Duque de Ciudad Rodrigo, celebrando tanto la victoria de Vitoria (Vives 302 y 303, ver Vico nº. 749) bajo la encomienda del diputado Mariano Rodríguez Olmedo, o las claramente victoriosas conmemorando la expulsión de los franceses (Vives 304 y 305) y, quizás, la única que menciona la serie más o menos completa de las batallas de Wellington en la Península Ibérica: Vimiero, Talavera, Almeida, Ciudad Rodrigo, Badajoz, Salamanca, Madrid, San Sebastián y Pamplona (Vives 306) .

La guerra de la Independencia o The Peninsular War, como se conoce en el Reino Unido, más desde la clásica obra de Charles W. Oman, History of the Peninsular war, II vols. (1902-3), adquiere el rango de mito en la mentalidad británica como el crisol del ejército británico, formado bajo el mando del Duque de Wellington, curtido en España y Némesis de los generales franceses que se enfrentaron a él. En 1820 James Mudie emitió por suscripción una serie de cuarenta medallas conmemorativas de las grandes victorias inglesas sobre Napoleón, en cobre, realizadas dentro y fuera de Inglaterra; en ellas aparecen representados no sólo el Duque de Wellington, sino otros generales británicos como Moore, Picton, Beresford o Hill relacionados con batallas en las que se significaron.

La citada serie de medallas, todas ellas imbuidas de un intenso clasicismo en sus escenas de trofeos, combates y referencias al mundo clásico, plenas de simbolismo y con fuertes reminiscencias de la moneda greco-romana, incluían acontecimientos desde las guerras revolucionarias y la campaña de Egipto de Napoleón, pasando por los éxitos de Nelson hasta el final de las Guerras napoleónicas tras los “Cien días” pero las de temática puramente “española” son las alegorías presentes en las números 12. English Army Arrives in the Penninsula. 1808 (uno de cuyos ejemplares aparece en la próxima subasta de J. Vico, nº. 747);

13. Battle of Vimiero. English Army enters Lisbon. 1808; 14. Death of Sir John Moore. 1809; 15. Passage of the Douro. 1809; 16. Battle of Talavera. 1809;17. English Army on the Tagus. 1810-1811; 18. Battle of Albuera. 1811; 19. Capture of Badajoz. 1812; 20. Battle of Almaraz. 1812; 21. Battle of Salamanca. British Army enters Madrid. 1812; 22. Battle of Vitoria. 1813; 23. Battle of the Pyrenees. 1813 (con otro ejemplar en J. Vico, nº. 750); 24. Battle of San Sebastian. 1813; 25. Surrender of Pamplona. 1813; 26. Battle of Toulouse. 1814.

Algunas de ellas representan hechos de armas míticos en el imaginario militar británico, como la nº 14, Death of Sir John Moore, con el retrato del general Moore y la escena final de la épica retirada británica por tierras de León y Galicia hasta La Coruña, acosados de manera simbólica por el águila napoleónica de las tropas del mariscal Soult, con la muerte del general y el reembarco de los restos del ejército inglés.

La nº 13, Battle of Vimiero. English Army enters Lisbon. 1808, ilustra mediante un carro del triunfo con las águilas francesas capturadas, la derrota y capitulación del ejército del mariscal Junot en Portugal

o la nº 17, English Army on the Tagus. 1810-1811, en la que se habla de la línea defensiva de Torres Vedras, entre el Tajo, personificado en el anciano río recostado, y Lisboa, ante la que el general francés Massena nada pudo hacer y cuyo anverso, en un soberbio guiño clásico, representa a Fabius Maximus Cunctator (“El Contemporizador”) cuyas tácticas dilatorias y conservadoras frente a Aníbal salvaron Roma en la II Guerra Púnica.

La nº 18, Battle of Albuera. 1811, en la que el ejército inglés bajo el mando de Lord Beresford, cuya imagen aparece en el anverso, sufrió un duro castigo a manos de los lanceros polacos, como ilustra el reverso con el jinete tocado con la tradicional Czapka polaca;

o la nº 19, Capture of Badajoz. 1812, con el retrato del General T. Picton, cuya división tomó por asalto la Alcazaba y la escena alegórica de Picton sobre las murallas de la Alcazaba; se dice que Wellington lloró (una de las tres ocasiones en las que se recuerda este hecho) en su visita a la sangrientas brechas de los baluartes de Santa María y Santísima Trinidad, ante el espectáculo que tenía ante sus ojos.

El año que viene será el bicentenario de varios de estos hechos históricos y pensemos que, si no hay otro recordatorio que nos sorprenda, siempre nos quedarán estas medallas que rememoran los mencionados acontecimientos pasados.

Alberto J. Canto García

Autor/a: Alberto J. Canto García

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