La Guerra del Rosellón y la Casa de Moneda de México

La Guerra del Rosellón y la Casa de Moneda de México

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PEDRO DAMIÁN CANO BORREGO. La Guerra del Rosellón, también conocida como de la Convención o de los Pirineos, enfrento a la Monarquía española con la recientemente constituida Primera República francesa entre los años 1793 y 1795, dentro del conflicto generalizado en Europa entre esta última y la Primera Coalición. Para hacer frente a los gastos de este conflicto, se recurrió a la continua emisión de Vales Reales y se urgió a los territorios ultramarinos a que remitieran fondos para contener el creciente déficit del Estado.

Es en este contexto donde encontramos, en el Archivo General de México, una carta del virrey de Nueva España, Miguel de la Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, fechada el día 29 de mayo de 1795. En la misma, el virrey comienza haciendo referencia a la necesidad de hacer acopio de sumas considerables de dinero para la próxima remesa a enviar a la Península, sin con ello perjudicar la remisión de los situados a Cuba y a las demás islas.

Esta perentoria necesidad le había llevado a requerir reiteradamente al superintendente de la Real Casa de Moneda, don Francisco Fernández de Córdoba, previniéndole bajo responsabilidad de que no omitiese medio alguno para influir en la pronta acuñación tanto de los metales que habían entrado en la ceca como de los que iban entrando, para que con ello tanto la Real Hacienda como los particulares recibiesen con prontitud las cantidades que les correspondieran.

El virrey era consciente de que en muchas ocasiones el ingreso de plata excedía la labor que las máquinas eran capaces de amonedar, por lo que había buscado arbitrios para, según sus propias palabras, superar esa dificultad. La solución no pasaba por hacer que se trabajase por la noche, dado que además de estar prohibido por las Ordenanzas de esta ceca conllevaba numerosos riesgos y gastos, en unas oficinas expuestas al robo o al incendio.

Al encontrarse en la Casa de Moneda gran cantidad de barras de plata sin acuñar, no le quedó al virrey, según el texto del documento, más recurso que disponer, previo el permiso que pidió y dio el Obispo de la ciudad, que se trabajase en la ceca los domingos y festivos el tiempo que hiciese falta. En virtud de ello, informaba que en los veintitrés días que pasaron desde el 21 de abril hasta el 13 de mayo se había acuñado la cantidad de tres millones de pesos, recibiendo la cuenta del superintendente de haberse concluido la acuñación de todos los metales que había y que fueron entrando en la oficina.

Concluye el virrey su carta alabando la labor de Córdoba, recomendándole por su aplicación, celo y eficiencia, así como a los demás ministros y dependientes. Según un Oficio remitido por el superintendente y que el virrey adjuntó a su carta, la cuantiosa labor llevada a cabo carecía de precedente desde el establecimiento de la Casa de Moneda. Con ello, se habría proporcionado a los vasallos interesados el poder contribuir según sus facultades a… las urgentísimas atenciones a la Corona por vía de préstamos donativos o imposiciones a censo redimible, a que los he excitado en los términos que el caso requiere.

Según los estudios de Guillermo Céspedes del Castillo, es cierto que en este año de 1795 se acuñaron 2.817.521 marcos de plata, lo que suponía 23.948.929 pesos, la mayor cantidad de marcos y pesos batidos en la ceca novohispana desde 1536. Pero no es menos cierto que la Paz de Basilea, firmada por España por separado en este año, por la que se cedió la Isla Española a Francia y se reconoció a esta República, no supuso la llegada de la paz. El año siguiente comenzó la Guerra Anglo-Española, a la que pocos años después siguió la Guerra de la Independencia.

En este escenario bélico constante, el déficit de la Monarquía se hizo crónico, y las llamadas a los fondos procedentes de los Reinos de las Indias se multiplicaron. Las cantidades acuñadas en la ceca de México no dejaron de incrementarse, con un máximo en el año 1804, el último del enfrentamiento con los británicos, con 3.063.493 marcos y 26.130.971 pesos labrados, hasta que en la segunda década del siglo XIX comenzaron a caer. La emisión de Vales Reales y los préstamos recibidos de los habitantes de Nueva España no pudieron ser reembolsados, lo que según algunos autores fue uno de los motivos para que empezasen a decantarse por la independencia.

Fuente:

Archivo General de la Nación, México, Correspondencia de Virreyes, 180, fol. 240-241.

Agradecimientos: Archivo General de México, Roberto del Vecchyo Calcáneo.

Pedro Damián Cano Borrego

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