El toro de Osborne crece después de más de 50 años de vida. El grupo agroalimentario, cuyo icono diseñado en 1956 por el prestigioso medallista Manuel Prieto Benítez se ha convertido en un símbolo nacional, ha decidido explotar comercialmente su imagen, mediante la concesión de licencias para su explotación. A su favor, cuenta con el reconocimiento de la marca: el 98,6% de los españoles identifican la silueta del toro en la carretera.
Con esta iniciativa, aprobada por su consejo de administración, el Grupo Osborne persigue varios objetivos. Por un lado, refuerza su lucha contra la comercialización de productos falsificados con su imagen y, por otro, responde a una demanda que existe en el mercado. En paralelo, se abre una nueva vía de ingresos para la compañía, cuyo potencial está por descubrir, y se relanza y se da prestigio a la enseña.
«Queremos salir al mercado para reivindicar la propiedad de nuestra marca y ofrecer el producto auténtico, una iniciativa definitiva en la batalla contra el fraude», afirma Juan Alegría, director de la Unidad de Nuevos Negocios de Grupo Osborne. Para garantizar la legitimidad de los productos licenciados, todos los productos disponibles en el mercado contarán con un certificado de autenticidad de la Real casa de la Moneda-Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
El Toro de osborne se comenzó a fabricar en los talleres de la empresa familiar Tejada, en El Puerto de Santa María, modelándose en sus fraguas la figura por todos conocida que pesa 4.000 kilos y mide 14 metros de altura; su estructura está compuesta por 90 chapas de 2milímetros de espesor. Más de 50 kilos de pintura recubre toda la figura del toro.
En 1954, las Bodegas Osborne encargaron a la agencia de publicidad Azor una valla publicitaria que se repartiría a lo largo de la geografía española para promocionar su coñac «Veterano». Manuel Prieto Benítez, que entonces era director artístico de Azor, realizó el diseño del toro, llegándose a instalar desde 1962 hasta 500 figuras en todos los rincones de la geografía española, de las que actualmente sólo quedan 97.
En 1988 se aprobó la Ley de Carreteras, que ordenaba retirar la publicidad visible en las mismas, pero tras una intensa movilización social, el toro de Osborne fue “indultado” por el Tribunal Supremo por su valor artístico y cultural, con la condición de que sólo se exhibiera la silueta negra del toro. Los retoques introducidos en el diseño original llevaron a Prieto a exclamar: «Me están dejando el toro hecho una cabra».
El gran artista y diseñador Manuel Prieto Benítez siempre estuvo orgulloso de su toro. Si bien el creativo colaboró intensamente con el mundo de la numismática, a la que aportó numerosas piezas medallísticas. En 1957 inicia su relación con el entonces denominado Museo de Medallas de la Casa de la Moneda, con 8 medallas dedicadas a la Literatura Clásica. En 1960 realiza la serie de “Tauromaquia” y en 1968 diseña la medalla “Tres millones de habitantes en Madrid” para la FNMT.
Ya en 1972 inicia la elaboración de nuevos diseños para la empresa barcelonesa Acuñaciones Españolas SA, con unas renovadas series de tauromaquia.
Sus trabajos en el ámbito de la numismática le llevan a presentarse al Premio Tomás Francisco Prieto, obteniendo en 1976 el accesit.
Del Instituto Numismático, en Barcelona, saldrán desde 1980 sus series de medallas dedicadas a los Papas. Y tres años más tarde, en 1983, obtendrá por fin el primer premio del máximo galardón “Tomás Francisco Prieto” entregado por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, ahora a través de la Fundación Real Casa de la Moneda,
Antes de su fallecimiento, acaecido en 1991, Manuel prieto Benítez, colaborará con la empresa barcelonesa Numismática Ibérica con sus series dedicadas al V Centenario del Descubrimiento.