La gran oferta de moneda española de todas las épocas logra una muy buena acogida de los coleccionistas, con subidas muy notables y altos porcentajes de ventas, al igual que las emisiones extranjeras y los billetes.
Hacía tiempo que no se vivía en Madrid una subasta tan animada de público como la que se celebró el pasado día 15 de diciembre en el Hotel Convención, organizada por José A. Herrero. Sin duda la cantidad y variedad de la oferta, formada por más de 1300 lotes que abarcaban desde la antigüedad hasta las emisiones más recientes, contribuyó a reunir a un elevado número de pujadores que, con sus continuas subidas de cartón, alargaron la duración del remate mucho más de lo esperado.
La subasta dio comienzo, con la sala llena, con uno de los platos fuertes del catálogo, el capítulo de moneda hispánica en el que salían a la venta 188 lotes de las más diversas cecas y en el que se encontraban ejemplares de enorme rareza. Entre ellas podemos mencionar dos piezas libiofenices, la primera un as de Arsa (lote nº 15), variante de la rara emisión de este taller, que se adjudicó en 1600 euros, y la segunda otro as emitido en Lascuta (lote nº 130), quizás inédito, rematado en 475 euros.

De las emisiones de plata, hay que destacar la dracma arsetana que se subastaba con el número 19, que subió desde los 1250 euros de salida hasta 1500 de remate, o el denario oscense de Domicio Calvino(lote nº 36), adjudicado en 1500 euros, aunque las subidas más notables fueron las vividas por dos denarios, uno de Ikalesken o Ikalkusken (lote n1 98) que, tras una animadísima puja, vio como su remate se elevaba hasta el doble de su precio en catálogo, adjudicándose en 1000 euros, precio superado por un magnífico denario de Kese (lote nº 127) que partiendo también de 500 euros, se remató en 1600.

Sin embargo, el precio más alto de este capítulo de la subasta lo alcanzó la dracma rodetana que salía con el nº 160, pieza rarísima que se adjudicó en 2600 euros, muy por encima de los 1600 de inicio.

También hay que reseñar que diversas piezas de este apartado vieron duplicar sus precios iniciales en la subasta, que en todo momento estuvo muy animada con continuas pujas en la sala, llegándose a un porcentaje de ventas superior al 70% del total.
La sección de moneda romana vivió la buena acogida de los denarios republicanos, como suele ser habitual, aunque sin grandes subidas de precios, para las que hubo que esperar a llegar al imperio y ver remates como el del áureo de Augusto que salía con el nº 251 del catálogo en 2500 euros y que se adjudicó en 4500.

Pero no sólo subieron en la puja las piezas de oro, sino que se vivieron alzas significativas en todos los metales. Como muestra, otra pieza augustea, un denario (lote nº 254) emitido por Publio Carisio en la ceca de Emerita, con un trofeo de armas como reverso, que salía por 375 euros y se adjudicó en 825. Y en bronce hay que destacar el excelente resultado obtenido por algunas monedas alto-imperiales. Además del sestercio de Germánico (lote nº 261) que salía ya desde 2500 euros, y se remató en 2850, ‘fueron porcentualmente mucho mayores las subidas logradas por un sestercio de Agripina (lote nº 262), que partiendo de 500 euros en catálogo se adjudicó en 1200, o un as de Nerón (lote nº 268), que desde el miso valor inicial, se vendió finalmente en 1300 euros.

Un buen resultado en porcentaje de ventas y en número de pujas que continuó en el pequeño capítulo de moneda bizantina, y en el de moneda visigoda, ambos con prácticamente todos sus lotes vendidos. También se remató con gran éxito el apartado dedicado a la moneda andalusí, con pleno de ventas, aunque ninguno de estos capítulos tuvieron subidas sorprendentes.
Más fuerte comenzó el apartado de moneda de los reinos medievales cristianos, donde un dinero de Alfonso VII de León (lote nº 422), pieza muy rara y en muy buen grado de conservación, vio cómo su precio se elevaba desde los 600 euros de catálogo hasta los 1300 de adjudicación.

Sin duda una de las pujas más interesantes de la subasta fue la vivida con el lote nº 433, una pieza de medio real de Enrique II, procedente de una rarísima emisión de la que sólo se conoce otro ejemplar, y además en un grado de conservación que roza el excelente. Esta excepcional moneda, cuyo precio en catálogo era de 1500 euros, se remató finalmente por el triple, 4500 euros.

En el capítulo de monarquía española, se registraron buenos resultados especialmente en las piezas de oro y plata. La rarísima onza acuñada por Felipe IV en Madrid que salía con el nº 514 y 4200 euros, se remató finalmente en 4250 euros.

Algunos duros y otras monedas de plata vieron incrementarse su valor, como sucedió con los ocho reales de María (lote nº 519), de Carlos II, con un precio inicial de 1800 euros y adjudicada en 2100.

Con la llegada de los Borbones fueron una vez más las onzas las que se llevaron la palma en cuanto a las pujas más altas. Entre las que alcanzaron una mayor adjudicación podemos señalar la nº 540, acuñada en Lima en 1757, a nombre de Fernando VI, que salía en 2000 euros y alcanzó los 2600; hasta 1400 euros llegó la puja por los ocho escudos acuñados por Carlos IV en Méjico en 1807 (lote nº 643), que partían de 950 en catálogo y del mismo monarca, la onza de Santiago de 1804 (lote nº 658), se remató en 1600 euros.

Sin embargo, el mayor precio lo logró la pieza de ocho escudos acuñada en Méjico en 1811 para Fernando VII (lote nº 730), una escasa emisión y una moneda en calidad casi sin circular. Su precio en catálogo era de 2400 euros y fue adjudicada en 3000.
Una vez más, la oferta de Isabel II contó con el beneplácito de los coleccionistas, alcanzando un porcentaje de ventas del 75%, con buenas pujas en todos los metales. La tendencia fue similar en los capítulos siguientes, hasta llegar a la segunda mitad del siglo XX. El capítulo dedicado a los errores en acuñaciones de Juan Carlos I, formado por cerca un centenar de lotes, obtuvo unos resultados de ventas algo inferiores -–rondando el 60%- debido quizás a la temática tan específica de la oferta.
Terminó la subasta, ya muy avanzada la noche, con los apartados dedicados a emisiones extranjeras, billetes y los lotes de conjunto. De la primera sección podemos destacar el buen resultado de ventas obtenido en con las series francesas, aunque las adjudicaciones más elevadas las obtuvieron las piezas italianas, en concreto el ejemplar de 100 liras emitido por Carlos Alberto en Cerdeña en 1836, que se remató en 1300 euros, 300 euros por encima de su precio en catálogo,
Sin sorpresas ni excesivas subidas transcurrió el remate del capítulo de notafilia, con la mitad de los lotes vendidos, pero el porcentaje de ventas subió enormemente al llegar a los lotes de conjunto que fueron adjudicados en su práctica totalidad.
Autor/a: Redacción