Con estas palabras el famoso numismático norteamericano G. C. Miles describía la colección de moneda formada por Archer Huntington (1870-1955), a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, y depositada en la Hispanic Society, en Nueva York, fundada por él en 1904.
Archer Milton Huntington, hijo de un magnate del ferrocarril norteamericano, convirtió España y su cultura en objeto de su pasión, devoción e interés y, a lo largo de muchos años (hasta la I Guerra Mundial, sobre todo) fue recopilando una soberbia colección de todo lo relacionado culturalmente con España y sus dominios y, como era natural, la moneda formó una parte importante de ella (coleccionista desde los 9 años de edad su colección alcanzó cerca de las 38.000 monedas). Su decidida apuesta vital sería por un filantropismo absoluto en todas sus actividades. Su impulso convertiría a la Hispanic Society en el mejor centro de Hispanismo con la mejor biblioteca de obras españolas clásicas fuera de nuestras fronteras, pinturas, esculturas y plena de todo tipo de objetos históricos y arqueológicos.
Por sus méritos fue nombrado miembro correspondiente de las Reales Academias Española, de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia en 1903 y en 1929 académico honorario de la Real de la Historia. En su patria fue Presidente de la American Geographical Society y del American Museum of Natural History, así como de la New York Historical Society, del Museum of the American Indian, la Fundación Heye y la American Numismatic Society.
Nombrado Doctor honoris causa por la Universidad Central de Madrid (1923), su devoción por lo español y su cultura le llevaría a realizar una primorosa edición del Cantar del Mío Cid, o a aprender árabe para poder acceder, con más soltura, a textos, inscripciones o monedas del pasado islámico español.
Un ejemplo de su pasión por el patrimonio español es su relación con el llamado “Bote de Zamora”, espectacular pieza de marfil califal del siglo X; descubierto por Manuel Gómez-Moreno y puesto a la venta por el cabildo de la catedral de Zamora: estaba a punto de salir de España, al no recibir respuesta a la oferta hecha al Estado español, cuando por fin éste intervino y lo incorporó al Museo Arqueológico Nacional, pendiente del pago de la cantidad estipulada. Como el Estado no podía hacer frente a dicho pago, Guillermo de Osma, Conde de Valencia de Don Juan y ministro del Gobierno, contactó con Huntington para pagar a medias las cincuenta mil pesetas en las que estaba valorado y donarlo al mencionado Museo. Desde luego cómo han cambiado los ministros (y los mecenas) en este país…
Por lo que respecta a su colección de monedas, constaba de más de 38.000 piezas, y era el resultado del proyecto de Huntington de reunir una representación de todas las acuñaciones hechas en la península Ibérica (y en las posesiones españolas europeas y de ultramar) o relacionadas con ellas desde el tiempo de las colonizaciones griegas hasta la independencia de las repúblicas latinoamericanas y, casi, el siglo XX.
Su faceta como coleccionista de monedas presenta unos claroscuros muy marcados: fruto de su época, estuvo en contacto con la flor y nata de los arqueólogos y coleccionistas del momento, ya fueran españoles o extranjeros. Nombres como Pierre Paris, Arthur Engel, George Bonsor, Antonio Vives Escudero, Francisco Codera y Zaidín, Guillermo de Osma, entre otros, aparecen relacionados con él, de una u otra forma, lo que le mantuvo informado y al día de todo lo que ocurría en el mercado del coleccionismo español. Hay que hacer constar que una de las premisas fundamentales de Huntington fue la de realizar sus adquisiciones numismáticas, en la medida de lo posible, fuera de España, en las firmas de subastas de París, Londres o Nueva York. Por otra parte era la solución habitual para la mayoría de las grandes colecciones españolas su venta en el extranjero, pero Huntington no deseaba, a priori, participar en lo que se podría considerar como un “expolio” del patrimonio numismático español y procuró acceder a lo que ya estaba fuera de nuestras fronteras.
Su vinculación con la American Numismatic Society de la que era socio desde 1899 y Presidente en 1905, fue muy intensa ya que, tal y como la conocemos hoy en día, es fruto, en su mayor parte, de sus inversiones y ayudas. Con su respaldo financiero, la ANS daría comienzo a una serie de monografías cuyo objetivo final debería haber sido la publicación de toda la colección en la Hispanic Numismatic Series pero diversas circunstancias lo impidieron. Aún así las obras de G. C. Miles sobre los omeyas (1950), visigodos (1952) y reyes de taifas (1954) han quedado como referencias clásicas de la numismática española durante más de medio siglo.
Para entender mejor la importancia de su colección baste saber que adquirió en Paris las monedas de la colección Cervera. Vale la pena extenderse en la figura de Rafael Cervera y Royo (1828-1903) que formó su colección en la segunda mitad del siglo XIX y es un ejemplo del coleccionismo español de dicha época. Su colección de moneda hispánica era tenida como la mejor que se había formado en Madrid en aquella época en palabras de Antonio Vives y era alabada por Celestino Pujol y Camps (en la Real Academia de la Historia) o por Pío Beltrán, que le consideraba eximio coleccionista. Uno de los aspectos importantes de su colección radica en el hecho de haber incorporado monetarios anteriores completos (al igual que sucedió en el caso de Antonio Vives y su colección de moneda islámica), como los de Miguel Tenorio, Joaquín Pujol y Santos, etc… Sus contactos con marchantes y anticuarios eran muy fluidos y le mantenían abastecido de lo que aparecía por el mercado.
Algo más sorprendente es su vinculación con la moneda visigoda ya en fecha muy tardía, cuando en 1891 incorpora un lote procedente del Tesoro de La Capilla por mediación del marchante sevillano Mariano Fernández y, según testimonio de A. Engel a G. Bonsor en 1901, el pequeño lote de monedas del coronel Vidaurre de dicho tesoro habían pasado a Cervera.
En 1902 se procede a la venta de su colección en París, de forma privada, y fue adquirida por A. Huntington, según comenta a J. Bonsor, por carta en la misma fecha, junto con la colección de moneda árabe de Francisco Codera y Zaidín. El impacto de esta venta se puede deducir del comentario aparecido en el Bulletin International de Numismatique de 1902 en el que se dice textualmente Un riche amateur américain, M. H. [Huntington], a acquis la collection importante de monnaies de l’Espagne antique et moderne, formée par M. Cervera. Il y a joint la belle suite de monnaies arabes d’Espagne formée par M. Codera y Zaidin. L’ensemble forme une Collection dont l’importance égale celle de la collection Vidal Ramon [Se refiere a Ramón Vidal i Quadras cuya colección también se había vendido en Francia].
Asimismo, una parte sustancial del tesoro de monedas visigodas de La Capilla, la del general Chinchilla, fue adquirida íntegramente por Huntington (al margen de otras piezas del mismo tesoro que pudieron llegar a su poder a través de la compra de otras colecciones); también las monedas islámicas de la colección Pascual de Gayangos o la portuguesa de Joaquim Judice Dos Santos, entre otras.
Hallazgos completos de monedas medievales castellanas y una cuidada selección de moneda española modernas y contemporáneas se encontraban en su colección a la espera de estudios detallados que, como se ha dicho, nunca llegaron a realizarse.
Se dice que su padre dijo a A. Huntington: Haz lo que quieras con tu dinero pero hazlo bien y es de justicia reconocer que así lo hizo.