Se cumplen doscientos años del Holey dollar y el dump, fabricados a partir de piezas españolas de ocho reales. La recreación emitida ahora por la ceca de Perth se presenta en plata de la máxima pureza y en acuñación limitada.
La primera vez que una colonia australiana dispuso de su propia moneda fue hace solo doscientos años, en 1813. No se trata de un hecho trivial, ya que desde entonces se empieza a contar la historia de la moneda australiana. Algunos años antes, en 1788, se había fundado el primero de los asentamientos ingleses en el territorio: la colonia penal de Nueva Gales del Sur.
En sus primeros tiempos, la moneda que se manejaba en la colonia era la británica, pero también y muy especialmente la extranjera que llegaba por medio del comercio, como piezas españolas, holandesas, o portuguesas, y que tan pronto llegaba como se iba, de modo que, entrando en 1800, la penuria de circulante era notable. El gobernador Lachlan Macquarie tuvo una gran idea: en 1812 llega desde Madrás un barco cargado con cuarenta mil piezas españolas de ocho reales, las más difundidas en el comercio de la época, y con ellas se dispone a fabricar la primera moneda propia de la colonia.
Con la ayuda de un antiguo falsificador convicto, William Henshall, improvisa un taller en el que crea su propia amonedación con dos valores, el holey dollar y el dump, que se consiguen recortando el centro de los duros. El anillo exterior será el holey dollar, que se contramarca con la leyenda ’NEW SOUTH WALES 1813’ en el anverso y el nuevo valor de “five Shillings”, o cinco chelines, en el reverso. El núcleo central de las monedas pasan a ser el dump, al que se da un valor de 15 peniques y que se reacuña con una corona en el anverso y el valor en el reverso.
El proceso de fabricación no fue fácil, y aunque en un principio se pensó que las monedas recortadas y reacuñadas podrían ponerse en circulación en solo tres meses, lo cierto es que se tardó un año y hasta 1814 no estuvieron en las manos de los habitantes de la colonia.
Este sistema constituye sin duda una solución muy ingeniosa para el abastecimiento de circulante, aunque no es original del asentamiento australiano, ya que también fue puesto en práctica por otras colonias británicas del Caribe como Dominica, Granada o Trinidad y Tobago. A su favor está que tanto la contramarca como el nuevo valor de las monedas recortadas, hacían muy difícil su circulación fuera de la colonia, de modo que estas dos denominaciones monetarias estuvieron vigentes hasta 1829.
Actualmente se cree que pueden quedar alrededor de trescientos ejemplares de holey dollar, pues en su mayoría fueron sustituidos a partir de 1822 con la implantación de la libra esterlina, o fueron reacuñados, fundidos o reutilizados como metal al peso.
La emisión que ha sacado al mercado la ceca de Perth este mes de enero recrea estas dos primeras monedas. En el holey dollar encontramos en el anverso la leyenda original que llevaría uno de los duros que sirvieron de soporte a su fabricación: DEI GRATIA 1788 CAROLUS III, más la nueva inscripción que se añadió NEW SOUTH WALES 1813. En el anverso, al tratarse de monedas de curso legal en Australia, figura un pequeño retrato de la reina Isabel II junto con su nombre, el año, el país y el valor, que es de un dólar australiano.
El pequeño dump presenta en el anverso de nuevo el retrato de la soberana en su versión más reciente -–la creada con motivo del jubileo por el escultor Ian Rank-Broadley-, junto con el año y el valor facial que en este caso es de 25 centavos. En el reverso se reproduce el de los dumps originales, con una corona y la leyenda NEW SOUTH WALES 1813.
El peso de la moneda mayor es de 25,199 gramos, y tiene un diámetro de 40,60 milímetros, mientras que la menor pesa 5,94 gramos con un módulo de 17,60 milímetros. Ambas piezas se presentan conjuntamente en un estuche. Están fabricadas en plata de 999 milésimas de pureza y la emisión está limitada a 4000 unidades.