Brilla el oro en Áureo & Calicó

Brilla el oro en Áureo & Calicó

Brilla el oro en Áureo & Calicó 500 263 admin

Espectaculares adjudicaciones, subidas sorprendentes y un altísimo porcentaje de ventas resumen las dos subastas que ha celebrado la firma barcelonesa los días 3 y 4 de diciembre. El oro macuquino disparó sus cotizaciones con numerosos remates por encima de los diez mil euros.

No se equivocaban las previsiones que auguraban un gran éxito para el remate del catálogo de oro macuquino que ofertaba Áureo & Calicó como comienzo de su subasta de diciembre, pero es posible que se quedaran un poco cortas al ver el gran éxito obtenido no solo con esta parte, sino también con las dos sesiones dedicadas a la subasta general.

Los resultados hablan por sí solos: un porcentaje de ventas que se acerca al 90%, y que lo supera en algunos capítulos, adjudicaciones muy por encima de los precios de salida, e incluso de las estimaciones, y algunas sorpresas muy llamativas, que siempre animan las subastas.

Entre los 100 lotes que formaban el catálogo dedicado al oro macuquino, una cuarta parte superaron los diez mil euros de adjudicación, con subidas que en algunos casos triplicaron los precios de inicio. Evidentemente por razones de espacio no podemos sino señalarles los remates más llamativos, bien por el valor alcanzado, bien por la subida porcentual que tuvieron.

Así podemos comenzar con estos ocho escudos acuñados en Lima en 1700 para Carlos II (lote nº 4), pertenecientes a una emisión conocida por solo cinco ejemplares, de los cuales éste se presentaba a la puja en excelente estado de conservación. Su precio de salida era de 7000 euros, con una estimación de 15000, que se quedaron lejos de los 20500 en que se adjudicaron.

Para nuestra portada hemos elegido la onza de Lima de 1702 (lote nº 5), una de las joyas de la subasta, pieza de enorme rareza y de muy buena calidad, que partía a la puja desde 18000 euros, y que se convirtieron en 30000 de martillo.

Otra subida reseñable es la de los ocho escudos limeños de 1704 (lote nº 7), que pasaron en la subasta de 9000 euros de salida a 21000 de adjudicación, aunque estuvo ligeramente por encima su compañera acuñada en 1707 (lote nº 9), cuyo precio de inicio en la puja era de 7000 euros y que se remató en más del triple: 22000.

De las onzas madrileñas la que mejor resultado ha obtenido ha sido la acuñada en 1639 para Felipe IV (lote nº 50), pieza bien conocida por los coleccionistas porque aparece en la portada del oro macuquino de Tauler, aunque de enorme rareza. Desde 18000 euros en catálogo, alcanzó un remate de 26000.

También por encima de los 20000 euros se remató esta onza de Méjico (lote nº 59) acuñada en 1700 a nombre de Carlos II, de una emisión conocida por muy pocos ejemplares. Su precio de salida era de 15000 euros que se convirtieron tras la puja en 21000.

De la decena de piezas del taller de Santa Fe de Nuevo Reino, esta onza de Felipe V (lote nº 70) de 1743, de una variante no recogida en las publicaciones (aunque sí en la web de Tauler), salía a subasta con una puja mínima de 12000 euros y alcanzó un precio de martillo de 20500.

Por más del doble de su inicio se adjudicó este ejemplar de ocho escudos de la misma ceca (lote nº 76), aunque del año 1753, de muy buena calidad, que partía de 12000 euros en catálogo y se remató en 25000.

Y terminamos este capítulo con la fuerte subida que se vio en el remate de esta onza sevillana de 1687 (lote nº 94), emisión de Carlos II, cuyo precio de salida era de 4500 euros, con una estimación de remate de 7000, y que finalmente consiguió adjudicarse en 17500.

Pero como les decíamos al comienzo, aunque el plato fuerte de este remate de diciembre fuera este catálogo de oro macuquino, la subasta general no se quedó atrás en cuanto a buenos resultados.

Los primeros capítulos, dedicados a la moneda antigua, se cerraron con un altísimo porcentaje de ventas y con subidas porcentualmente muy altas, que en algunos casos casi multiplicaron por diez el precio de salida, como sucedió con el denario nº 1051, con remate en 1200 euros frente a los 125 de salida.

Con subidas más moderadas, la moneda hispánica tuvo como adjudicación más reseñable la de este bonito bronce de Sekaisa con símbolo de anverso leona (lote nº 1355), con salida en 600 euros y que fue rematado en 1700.

Aunque donde realmente se vivieron las pujas más emocionantes de esta primera sesión fue en el capítulo de las emisiones medievales de los reinos cristianos, una sección con lotes interesantísimos y en la que la respuesta de los coleccionistas estuvo en consonancia con la calidad de la oferta. El remate más alto fue el de este óbolo acuñado en Jaca para Pedro I de Aragón (lote nº 1672) un extraordinario ejemplar que partía de 2000 euros en catálogo y fue adjudicado en 6500.

Pero hubo muchas otras monedas que vieron multiplicarse por el doble, el triple o incluso más, su precio de salida. Como ejemplo les mostramos este carlín blanco de Carlos el Malo de Navarra (lote nº 1690), cuyo precio de salida era de solo 250 euros, que tras las pujas se convirtieron en 1400.

La segunda sesión de la subasta general, que tuvo lugar el miércoles 4 de diciembre, comenzaba con el remate de un abundante capítulo de piezas de los Reyes Católicos, del que destacaríamos el resultado obtenido por estos cuatro excelentes de Segovia (lote nº 1887), que subieron de 2500 euros en catálogo hasta 4000 de adjudicación.

A lo largo del amplísimo apartado de emisiones de la monarquía española continuaron tanto el alto porcentaje de ventas como los remates muy por encima del precio de inicio. Y a pesar de la abundante oferta de oro del primero de los catálogos de esta subasta, aún quedaban fuerzas para levantar el cartón cuando volvieron las onzas de los Borbones. Así, esta rarísima onza de Lima (lote nº 2079) acuñada en 1769 para Carlos III, pasó de una puja mínima de 4000 euros a un remate de 8500.

Y posiblemente la gran subida del remate: estos ocho escudos acuñados en Popayán para Carlos IV en 1804 (lote nº 2145), pieza que salía a subasta en solo 750 euros con una estimación de 950 y que vio cómo esta última se multiplicaba nada menos que por diez y obtenía un precio de martillo de 9500 euros.

En cuanto a la moneda extranjera, su porcentaje de ventas superó incluso el 90%, y aunque no hubo adjudicaciones excesivamente altas, sí lo fueron en relación con los precios de salida. El resto de capítulos continuó en la misma línea, cerrando una subasta con unos resultados excelentes.

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