Animadas pujas en el remate en sala del pasado jueves 12 en Madrid, que trajeron alguna que otra sorpresa y subidas muy interesantes. La adjudicación más alta fue para esta onza mejicana de Fernando VI que se remató en 33.000 euros.
La sede de la firma madrileña Jesús Vico SA albergó la tarde del pasado jueves 12 de junio su remate en sala número 139. Con la animación que siempre caracteriza estas subastas, fueron pasando por el martillo de los pujadores casi mil doscientos lotes entre numismática y arqueología, a lo largo de varias horas en las que se vieron algunas subidas dignas de comentario.
Por seguir el mismo orden del catálogo, mencionaremos que los lotes y la moneda hispánica tuvieron una muy buena acogida en la sala, destacando el remate en 1.200 euros de este bronce de la ceca celtibérica de Seteisken (lote nº 79), que salía a subasta en un estado de conservación excelente a partir de 960 euros.
Los triunfadores de la sección de moneda antigua fueron los áureos alto-imperiales, que vivieron subidas muy reseñables. Por ejemplo, este de Nerón con Júpiter Custos en el reverso (lote nº 186) pasó, tras las sucesivas subidas de cartón, de 1.500 a 4.700 euros de adjudicación; de Trajano vimos el lote nº 196 subir desde 1.800 a 3.300; con Antonino Pío, el áureo nº 203 se adjudicó en 3.500 euros frente a sus 1.800 de catálogo, y así podríamos desglosar todas y cada una de estas piezas.
Incluso continuó esta tendencia de subidas con los sólidos, encabezados por este de Constancio II (lote nº 237) acuñado en el taller de Siscia, que pasó de 600 euros de puja mínima a 2.600 de martillo.
De las monedas visigodas, la pieza que obtuvo un mejor resultado fue este tremis de Gundemaro de la ceca de Ispalis (lote nº 265), correspondiente a una variante no reseñada en el CNV, que se remató en 1.900 euros.
En cuanto a las monedas medievales, podríamos destacar los 2.300 euros alcanzados por este morabetino de Alfonso VIII (lote nº 331) que salía a la puja en 1.500, y los buenos resultados de las doblas de la banda de Juan II (lotes nº 342-344). Sin embargo no se adjudicó ninguna de las grandes rarezas de esta sección, que incluían piezas inéditas e incluso únicas.
Por esto mismo la moneda que estamos viendo (lote nº 359), dos excelentes de Toledo, se convirtió en la pieza con mayor adjudicación de entre todas las de los Reyes Católicos, al hacer caer el martillo en 3.800 euros frente a sus 1.750 de inicio.
La joya del remate fue esta onza (lote nº 437) de la ceca de Méjico, acuñada en 1747 para Fernando VI, pieza excepcional, que salía a subasta en 20.000 euros y que tras una animadísima puja con constantes subidas de cartón, consiguió ser adjudicada en nada menos que 33.000 euros.
El resto de la moneda de oro española tuvo una buena acogida pero sin subidas porcentualmente demasiado altas. Por eso sorprendió enormemente el remate de dos piezas de plata que vieron multiplicar más de diez veces su precio de salida. La primera es un real de Caracas de 1820 (lote nº 525), pieza rara, que subió desde solo 100 euros en catálogo a 1.350 de martillo; y, poco después, su compañera, un real de a dos con el mismo tipo, también de Caracas pero del año 1817 (lote nº 527), pasó de 150 euros de puja mínima a 2.100 de adjudicación.
Las monedas de los siglos XIX y XX se mantuvieron también en precios moderados, aunque con buen porcentaje de ventas. Así vimos estos 100 reales de Isabel II de Madrid de 1852 (lote nº 585) pasar de 2.200 a 2.700 euros de adjudicación, o los 2.200 euros alcanzados por las 20 pesetas de Alfonso XII de 1904, frente a sus 1.500 de salida.
Todo ello era un buen presagio para la colección especializada en la peseta que se remató a continuación de la moneda extranjera, y que, en líneas generales, se saldó con un buen resultado de ventas. Los primeros lotes empezaron fuerte, como sucedió con el remate de estas dos pesetas de 1869 *18-69 (lote nº 726), que subieron desde 800 euros en catálogo hasta 3.100 de martillo.
Poco después se adjudicaría la pieza más importante de esta sección: las cinco pesetas de Madrid de 1869 *18-69 (lote nº 733), en excelente estado de conservación y con restos de brillo original, que salían a subasta a partir de 26.000 euros y fueron rematadas en 27.500.
Otra adjudicación importante fue la de estas 5 pesetas de Amadeo I, de 1871 *1871 (lote nº 747), prueba, muy raras, que pasaron en la puja de 4.000 euros en catálogo a 4.700 finales.
Aunque la moneda que vivió la subida porcentualmente más alta, y que consiguió colocarse entre las de mayor precio de toda la subasta, fue este pieza de cinco pesetas de Alfonso XIII (lote nº 938), de 1888 *18-88. Partía ya de una cantidad considerable, 7.500 euros de puja mínima, pero las continuas subidas de cartón hicieron caer el martillo en nada menos que 15.500.
Aún se verían algunas subidas más de este reinado en este capítulo, como la del peso de Puerto Rico de 1895 (lote nº 957: de 1.200 a 2.300) o la de las 20 pesetas de 1904 *19-04 (lote nº 967: de 2.500 a 3.100), pero mucho más moderadas.
Como curiosidad hay que comentar que el capítulo dedicado a los billetes locales de Aragón con el que terminaba la parte numismática de la subasta se adjudicó en su totalidad y en todos los lotes con precios muy por encima de los de salida. Bien es vedad que al tratarse de cantidades modestas, entre 20 y 300 euros de inicio, los resultados pasan más desapercibidos, pero porcentualmente protagonizaron las subidas más altas de la subasta.