Buen porcentaje de ventas, especialmente en el oro del imperio español, en el último remate antes del verano de las firmas barcelonesas. Entre las mejores adjudicaciones, los 12000 euros alcanzados por estos veinte céntimos de 1869.
Las vacaciones de verano se acercan a pasos agigantados y se van cerrando los últimos remates antes del paréntesis estival. Esta pasado martes 2 de julio se celebró la última subasta en sala de la temporada organizada por Martí Hervera y Soler & Llach con más de ochocientos lotes en oferta.
Una vez más el remate se ha saldado con un buen porcentaje de ventas y con las monedas de oro copando las adjudicaciones más altas, además de alguna sorpresa en la sección de moneda extranjera, como suele pasar últimamente. Pero veamos con algo más de detalle los resultados más destacables.
La moneda antigua tuvo un comportamiento desigual en sus diferentes secciones: mientras que las monedas griegas se adjudicaron casi en su totalidad, el porcentaje de ventas bajó en las piezas hispánicas para volver a remontar con los denarios romano-republicanos y las emisiones imperiales. Entre estas últimas encontramos uno de los remates más altos de la subasta, el de este áureo de Lucio Vero (lote nº 141) adjudicado en 7000 euros, cuando su precio de salida era de 5000.
Otro capítulo que obtuvo muy buenos resultados en la puja fue el de las emisiones andalusíes, en el que se ofertaba un interesante conjunto de dinares califales. Además del nº 183, que subió de 2500 a 2700 euros de remate, hay que reseñar el nº 184, emisión de al-Hakam II en Madinat al-Zahra del 359 h., con salida en 1200 euros y adjudicado en 1700.
En cuanto a la moneda medieval cristiana, las subidas no fueron tan notables, aunque se mantuvo un buen porcentaje de ventas. A destacar los 2500 euros realizados por esta dobla de 35 maravedíes (lote nº 230) acuñada en Sevilla por Pedro I, en excelente estado de conservación, que partía a la puja en 2200 euros.
Pero los remates más altos se concentraron con las piezas de oro de los borbones, que obtuvieron muy buena acogida por parte de los coleccionistas. Por señalar algunos ejemplos empezaremos con esta onza (lote nº 313) acuñada en Méjico para Felipe V en 1746/5, que pasó de 2800 euros de salida a 3200 de adjudicación.
En los mismos valores se movió esta otra onza (lote nº 341), también de Méjico pero ya de Fernando VI y del año 1753, escasa y en casi excelente estado de conservación.
Pero la mayor subida y de paso el precio de remate más alto de todas las onzas que salían a subasta fue el obtenido por este otro ejemplar (lote nº 384), también de Méjico, acuñado en 1762 para Carlos III. En excelente grado de conservación y con restos de brillo original, estos ocho escudos salían a subasta en 4500 euros que se convirtieron finalmente en 6900 de adjudicación.
Terminamos nuestro recorrido por las grandes piezas de oro del siglo XVIII con una moneda del último de los monarcas de esta centuria, Carlos IV, quien mandó acuñar estos ocho escudos (lote nº 443) en Nuevo Reino en 1799 que se presentaban a subasta en calidad sin circular en 1400 euros de salida. El precio de remate fue de 2100 euros.
El siglo XIX transcurrió con buen porcentaje de ventas y pocos sobresaltos en lo que se refiere a subidas, hasta que se llegó al lote nº 555 en el que se sometía al veredicto del martillo una de las joyas de la subasta, los 20 céntimos de 1869 de emisión especial, conservados en flor de cuño y con el atractivo añadido de haber pertenecido a la antigua colección Huntington, es decir, al monetario de la Hispanic Society de Nueva York. Su precio de salida era de 10000 euros que se convirtieron tras la puja en 12000.
El amplio capítulo de moneda extranjera, con un centenar de lotes muy interesantes, también acogió subidas reseñables y entre ellas alguna que hay que calificar como sorpresa, pues es el mejor apelativo que puede acompañar al alza que se vio en un par de dólares chinos. El primero (lote nº 718), de 1921, pasó de 800 euros de salida a 2500 de remate; pero el segundo (lote nº 719), ya de 1932, subió desde unos modestos 200 euros en catálogo a 1400 de adjudicación.
Tampoco estuvo nada mal el remate del rarísimo pieforte cubano de la serie dedicada en 1990 a Simón Bolívar(lote nº 727), con media onza de oro de 999 milésimas, del que solo se acuñaron tres ejemplares. Su precio de inicio en la puja era de 9000 euros, uno de los lotes con mayor salida, que se convirtieron en 12600 de martillo.
Aún hay que comentar adjudicaciones interesantes en el último capítulo del remate, el dedicado a la notafilia española. El billete de 100 pesetas de la emisión del 18 de julio de 1937 que no llegó a emitirse (lote nº 802) partía, con sus 6500 euros de salida, como el principal atractivo de la sección, y no defraudó, pues consiguió un remate de 7200 euros.
Pero la subida porcentualmente más alta la obtuvo esta prueba de reverso de un billete de no emitido de 50 pesetas de 1945 (lote nº 810), que salía a la puja por 400 euros y que consiguió ser adjudicado en 2100.