El remate del pasado miércoles 6 de marzo en Londres de una selección de casi seiscientos lotes de moneda colonial y americana de la antigua colección de la Hispanic Society se saldó con prácticamente todos los lotes vendidos, aunque las monedas españolas no vivieron grandes subidas.
A lo largo del último año, desde que se conoció la venta de la antigua colección Huntington de la Hispanic Society de Nueva York, hemos visto lotes desgajados de este gran monetario en subastas de España y Europa. Uno de los capítulos más esperados era el de la moneda colonial española que, finalmente, salió a remate el pasado miércoles 6 de marzo en Londres de la mano de la firma británica Morton & Eden. El catálogo se componía de casi seiscientos lotes en los que se encontraba no sólo moneda colonial española, sino también algunas piezas posteriores a la independencia de los territorios.
El remate se saldó con prácticamente todos los lotes vendidos, si bien los precios de la moneda de las colonias españolas se quedaron en gran parte por debajo de las estimaciones. En cambio, otras monedas acuñadas tras la independencia de España, algunas con precios de salida muy modestos, fueron las que tuvieron un mayor éxito en la subasta.
Haciendo un repaso de los remates más altos, queda bien ilustrado este hecho. El lote con mayor adjudicación fue este ejemplar de ocho reales de Felipe V (lote nº 344) acuñado en Méjico en 1729, con un flan muy redondo, que partía con una estimación de entre 15000 y 20000 libras y que consiguió alzarse hasta las 23000.
Superando las 10000 libras se colocó este cuarto de real (lote nº 224), acuñado en Nuevo Reino por Felipe IV o Felipe V, sin fecha y que, desde unas modestísimas 180 libras de puja mínima, se remató finalmente en 11000.
Los cuatro escudos mejicanos de Carlos III del año 1761 (lote nº 284), fueron adjudicados en 8500 libras, por encima de su estimación de entre 4000 y 6000 libras.
La onza más valorada fue esta, también de Carlos III, de la ceca de Nuevo Reino (lote nº 121), y del año 1762, en la que el martillo cayó al alcanzar las 7500 libras, también por encima de su estimación de entre 4000 y 6000.
No tuvieron mala salida las onzas mejicanas de Carlos III (lotes 271, 272, 276 ó 277), con remates que bordearon las 6000 libras, si bien en algunos casos se quedaron por debajo de los cálculos iniciales.
Una de las grandes sorpresas de la subasta se produjo ya en los primeros lotes y fue el remate de esta pieza de un gramo de oro (lote nº 2) acuñada en 1189 en Tierra del Fuego, que partía de una puja mínima de solo 240 libras y se remató en nada menos que 8500.
En la misma línea de subidas espectaculares, estos ocho reales chilenos de 1849 (lote nº 105) salían a subasta a partir de 800 libras y consiguieron rematarse en 6800.
Y estos dos reales acuñados en Venezuela durante la Guerra de la Independencia (lote nº 562), del año 1817, pasaron en la subasta de 180 libras de puja mínima a una adjudicación de 5200.
Para terminar, otra de las escasas onzas que superaron las 5000 libras de remate fue esta (lote nº 322) acuñada en Guadalajara en 1821, para la que se había calculado un remate de entre 6000 y 8000 libras, pero se quedó en 5200.